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EL ENIGMA
Columna
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A ver si apuntamos

Javier Sampedro

¿Por qué llamamos al lunes con palabras -monday en inglés, killa p'unchay en quechua, getsuyoobi en japonés- que no tienen nexos genealógicos, pero que significan el día de la luna? Premio para Kike: "Probablemente, el reset se puso con la luna llena y desde entonces el lunes era el día en que la luna aparecía menguante, nueva, creciente y llena otra vez. Había pasado un mes, o una luna". Así se habla, Kike. Pero entonces va y añade: "Luego monday, montag, mondaag, lunedì, lundi y lunes [y getsuyoobi y killa p'unchay] son mera anécdota". Manda huevos con la anécdota. O sea, que Kike encuentra un fósil lingüístico en los estratos más profundos de la memoria de la especie, una invariante semántica tan arcaica que no ha dejado ni una miserable traza fonológica en nuestras abiertas bocas... ¡y lo tira a la basura sin preguntarse siquiera si tenía que ir a envases o a residuos orgánicos! Como dice el poeta Fernando Toledo: "Yo fui tocado por Dios, pero me metió el dedo en el ojo".

Asi-e y yo (¿cómo se dice visita real en japonés?), y quizá también quizá y el blanco, creemos que algo parecido pudo ocurrir con ocho y noche. Te buscas una excusa para que la noche sea la negación del ocho (no-ocho), y ya no necesitas creer en milagros para que las dos palabras se parezcan mucho más entre sí, en cada idioma, de lo que se parece cada una a su homóloga en otro idioma. No y ocho son libres de evolucionar como gusten de Algeciras a Estambul: ya se ocuparán en cada sitio de juntarlas para significar noche. Sería el equivalente lingüístico del concepto de paralogía que vimos ayer. Tengo la convicción de que esta hipótesis es errónea -a mí también me escuece el ojo-, pero, como dijo Watson, ¿y lo bonita que es? Lean la receta etimológica de macarrones que nos ofrece Rafael Granero (http://blogs.elpais.es/elenigma/). Y no olviden que los corrientes deben su nombre a "Augustus Octavius, poco dispuesto a ser menos que Julius". Gracias, Celalba. Me quedo con September song, del viejo Kurt Weill. Dios le metió el dedo en el ojo y no logró sacárselo. ¿Recuerdan los priones de las vacas locas? Son los únicos agentes infecciosos que no tienen genes. ¿Qué sería un prión informático? ¿Y uno cultural?

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