Atletismo, natación
El verano es ideal para los ciclos de cine del Oeste -siempre es un placer regresar a La diligencia- y los deportes. Hay ofertas lógicas y obvias como, en La 2, los campeonatos europeos de atletismo que se celebran en Gotemburgo. Otras, ya resultan más sospechosas. Por ejemplo, un campeonato secundario de fútbol playa. Jugaban España y Portugal. Creo que en esta desviación brasileña del fútbol tradicional, explicable en aquel país, lo que resulta más vistoso no son los goles sino que se hagan volteretas para marcarlos. Apenas se vieron. En cambio, la emisora no nos ahorró ni siquiera los intermedios cuando una troupe de seis chicas, con el biquini claramente patrocinado por el pagano del evento, intentaban una, digamos, sencilla coreografía.
En el atletismo, además del lado deportivo, hay cada vez más cámaras mostrando ángulos insólitos. La televisión sueca, en este caso, ha hecho espléndidos acercamientos a las pruebas, pero también ha pecado por defecto o por exceso. La manía de mostrar la campana de la última vuelta aún a costa de perderse los movimientos del grupo de corredores o, como señalaron los comentaristas españoles, no poner helicóptero en la prueba de 20 kilómetros marcha, la prueba de Paquillo, cuando, dicen, sí lo habrá para la maratón. Son muy austeros en la infografía, a diferencia de los europeos de natación donde veías el nombre de quien llegaba en la misma calle por donde nadaba. Los comentaristas españoles manejan mucha información y orientan sobre a quién hay que mirar, además de los españoles. Sin embargo, en la retransmisión de la marcha se cumplió el efecto Willy Fog enunciado el pasado domingo en este diario por Empar Moliner. Recordando los muchos países donde Paquillo ha competido o ha estado preparándose parangonaron su currículo de viajero con el protagonista de los dibujos animados de La vuelta al mundo en ochenta días y no con el protagonista de la novela de Verne. A este paso, los magos del balón serán Oliver y Benji, que viven una nueva reposición.
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