Anthony Blake: "¿Cómo eliges los pintores a los que expones?"

Blake. ¿Qué parámetros usas para elegir a un pintor determinado?

Elena. ¿Y si yo te pregunto a ti cómo haces la magia? ¡Tu pregunta es muy compleja, va al meollo de la cuestión! No es tan raro hacer memoria, pensar en el más allá para encontrar la experiencia...

Blake. Tengo grandes encontronazos con el arte contemporáneo. Hay cosas que me parecen una tomadura de pelo, en serio.

Elena. Has dicho tomaduras de pelo... Lo que hay son fracasos. Es difícil pensar que un tipo se plantee eso como objetivo: "Voy a tomar el pelo".

Blake. Pero ante una obra contemporánea muchas veces siento que me toman el pelo.

Elena. Hay que tener tolerancia, escuchar antes de juzgar. ¡El arte contemporáneo se está haciendo ahora mismo! Una amiga de mi padre decía que sólo había que juzgar, y mucho, al señor con el que te vas a casar... Ante una obra de arte hay que reflexionar.

Blake. Cuando preparo un espectáculo o un programa, o estoy leyendo, y encuentro que algo es bueno, me emociono, y digo: "¡Esto es muy bueno!". Uno tiende a saber qué es bueno, porque le emociona. ¿Tú te dejas llevar por la intuición?

Elena. Yo no confiaba mucho en la intuición hasta hace pocos años. Yo me tengo por una persona muy cerebral, y como pienso que todo está en el cerebro, me dije: "Yo no debo ser muy intuitiva, porque no sé dónde meter esto, en qué parte del cerebro".

Blake. La intuición funciona cuando redescubres que la tienes. Y es algo natural, no es nada paranormal. ¡Desde Pitágoras!

Elena. Todo lo basaba en números...

Blake. Lenguaje binario. ¡La madre de Internet! ¿Qué es un chip? Está hecho de sílice... ¡Y el sílex ya se usaba en la edad de piedra!

Elena. Entonces el alma estaba en la mano... Estuve en La Haya viendo un cuadro, La lección de anatomía, de Rembrandt. Las lecciones de anatomía se hacían públicas; se empezaba la disección por las partes blandas... Y ese cuadro empieza por la mano del doctor. Aristóteles decía que la mano es donde reside el alma. Fui a La Haya a trabajar sobre un viejo amigo nuestro, Baruch Spinoza, allí está la casa donde murió. Siempre que voy procuro rendirle pleitesía.

Blake. Por él nos conocimos tú y yo... Estábamos en una fiesta, aquí, y me plantearon que adivinara pensamientos. No te conocía. Te pedí que pensaras en un personaje famoso, y fui dibujando y preguntándote si lo que dibujaba tenía que ver con lo que pensabas. Hasta que di con el nombre: ¡Spinoza!

Elena. ¡Que te adivinen lo que piensas y ese pensamiento haya sido Spinoza! Me fuiste conduciendo: España, Portugal, sube hasta Europa, se le pierde el rastro, sigue hasta Holanda, hasta que me fui poniendo mala, ¡este hombre va a adivinar que pienso en Spinoza! Recuerdo que te dije: "Estoy agotada". Y ahí dije que la magia existe.

Blake. Sí, existe con todas sus técnicas. No me gusta llamarles trampas. No lo son. Yo siempre digo que es mezcla de magia, de psicologías, de puesta en escena, de comunicación no verbal, de programación neurolingüística. En cuanto a Spinoza, tuve una ventaja: me apasiona la historia. No te conocía, no había prejuicios, me abrí de par en par para ver las imágenes que tenías en la cabeza. El pensamiento es la focalización de una idea: en el momento en que la focalizas, voy en busca de esa imagen.

Elena. ¿Hay personas más transmisoras que otras?

Blake. Y hay gente que es como de cara de palo; puedes con ellas, pero pierdes el doble de esfuerzo para conseguir lo mismo. Tú eres una maravillosa intérprete, pero me imagino que como directora del Museo de Arte Contemporáneo te debes comer cada marrón impresionante.

Elena. Yo todavía estoy aprendiendo, me queda mucho todavía. Pero sí es verdad que las profesiones se aprenden aprendiendo, en gerundio. ¿Cómo se dirige un museo? Nadie te prepara para un oficio, salvo el oficio. Me piden que adivine lo que estás pensando. Ayúdame.

Blake. Concéntrate en mí, coloca toda tu imaginación en una figura geométrica... ¿Ya la tienes? Ahora métela en otra. Acabas de leerme el pensamiento. Lo voy a dibujar y me vas a decir sí o no.

Elena. ¡Me va a dar algo!

Blake. Es esto que he dibujado: un rectángulo dentro de un círculo.

Elena. Un triángulo dentro de un círculo.

Blake. ¡Me has leído la mitad del pensamiento!

Elena. Yo soy un libro abierto para ti.

Blake. Tienes mucha imaginación, y es una imaginación muy figurativa... Tú tienes un pensamiento limpio y transparente. ¿Cuándo coges vacaciones?

Elena. Dicen que cuando estás de vacaciones el cerebro funciona al 15%. Me parece maravilloso.

Blake. A mí lo que me divierte pensar es qué podemos hacer con el 85% restante.

Elena. Y ya que adivinas, dinos qué va a pasar.

Blake. Yo no sé ni el porvenir ni el por llegar. Acaba de ocurrir una barbaridad al otro lado del Mediterráneo. Como dice el presidente libanés, ¿qué pasa?, ¿que nuestros muertos valen menos? Les damos armas a todo dios, y después vamos a por el genocida. ¡Por Dios!