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La Vila permite construir en vías pecuarias porque no hay ganado

"Lo han construido todo. En el camino por el que llevaba a las ovejas han puesto edificios... Ya me da igual. He vendido mis ovejas y he decidido dedicarme a otra cosa". Son palabras de José Manuel Do Santos, un portugués que llegó en los 80 a La Vila Joiosa. Los últimos diez años los ha dedicado a la ganadería, llegando a contar con un rebaño de medio millar de cabras y ovejas que llevaba a pastar por senderos naturales hasta La Cala, a diario. "Te van poniendo trabas, productos químicos que, cuando los ingerían los animales, acababan con su vida. Han construido en los caminos", se lamentan Do Santos y los otros dos pastores que hasta hace poco todavía vivían del sector primario, pero han terminado abandonándolo y vendiendo sus reses. El portugués se ha quedado con 40 ejemplares que todavía saca los domingos a pasear "por afición", pero contempla con resignación cómo se ha transformado a la fuerza la capital histórica de la Marina Baixa, que durante siglos ha estado centrada en la pesca y la agricultura y ahora, contagiada por el éxito de su vecina Benidorm, se ha empeñado en centrarse en el turismo.

Puerta de Alcalá

El alcalde de la localidad, José Miguel Llorca, del PP, fue explícito al afirmar que "también por la Puerta de Alcalá pasa una vía pecuaria, y no por ello se ha dejado de asfaltar". Lo cierto es que la transformación de la ciudad, en pleno desarrollo del PGOU, con 17 planes parciales en marcha y otros 14 en tramitación, está haciendo desaparecer los corredores ecológicos que desde tiempos inmemoriables y hasta hace pocos días eran destinados al tránsito de ganados. El modelo "Puerta de Alcalá" es el idóneo, según Llorca, porque combina "progreso y tradición". La Generalitat es la propietaria de estos bienes de dominio público, catalogados como "inalienables, inprescriptibles e inembargables". El planeamiento aprobado por el Ayuntamiento de La Vila en 1999 contempló y protegió estas zonas, pero la política del Gobierno local ahora es la de "adaptar" a las necesidades del municipio los trazados, que en algunos casos se interponen en medio de parcelas con las que los promotores pensaban sacar mayor beneficio. Llorca reconoció que por su valor ecológico "apetezca proteger" estos corredores, pero conminó a pensar en "el futuro del pueblo". El concejal de Agricultura, Pedro Alemany, fue más allá, al preguntar en voz alta y con sorna cuánta gente tenía hoy en día ganado en la población.

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