Cómo barajar un castillo
Capítulo uno: "Desde luego, sabía que su historia era difícil de contar, pero mucho más difícil de creer...". Corten. Ayer pedí una historia estructurada de tal modo que sus capítulos se pudieran barajar, y ésa es la solución que ha encontrado ITB (pueden leerla en http://blogs.elpais.es/elenigma/). Eme, de Universal Exports, propone por su lado alternar dos voces narrativas, una en presente y otra en pasado: si lees los capítulos impares ves la acción, y si lees los pares sólo ves sus causas. Lo que haría todo el mundo, por supuesto, es leer el libro de principio a fin, que cuesta 20 pavos, tú (¿se han fijado en cómo se ha revalorizado el pavo en sólo un quinquenio?). La solución de Eme recuerda la dicotomía clásica entre contar y dramatizar. Las novelas se contaban hasta que Henry James, el hermano del gran psicólogo, convenció a sus colegas de que no escribieran para lectores, sino para espectadores. Casi todas las novelas actuales van alternando ambas cosas, así que se puede decir que la idea de Eme ha sido todo un éxito. Por su parte, quizá propone una... (¿no oyen crujir el módulo sintáctico de su cerebro cada vez que cito a este bloggy?)... decía que quizá propone una cita a ciegas, con los capítulos impares dedicados a él, y los pares a ella. Se podría leer normal o de esta forma: 2468-flashback-1357. Brillante.
Sin embargo, creo que la propuesta más interesante es esta idea de Carmen Sánchez: "... como se entrelazan las estaciones del año, los ciclos de la vida, incluso los ritmos del día a la noche
como las olas del mar todas diferentes y tan similares". El problema con las otras soluciones es su extrema rigidez. No son cartas barajadas, sino castillos de naipes: mueve una coma y adiós novela. ¿Qué tipo de historia podría resistir un auténtico vendaval? Yo creo que el azar puede ser una fuerza creativa, pero sólo si cada bola del bombo es un módulo autónomo: un capítulo muy similar a los demás, y que casi funciona por sí mismo. De este modo, cuando el niño cante el 7385 (en lugar del 2468 que habíamos acordado con él), todavía nos puede tocar algo más que la pedrea. Si cada número sabe hacer algo, algo sabrán hacer juntos.
El mejor ejemplo de historia modular que me viene a la cabeza es El día de la marmota, de Harold Ramis. ¿Se os ocurre otra? ¿Y es barajable?
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