"No, hija, hoy no llegaremos"
Los viajeros abarrotaron las tres terminales del aeropuerto durante horas sin saber cuándo podrían coger su avión
"No, hija. Hoy no llegaremos a Madrid. No te preocupes, estamos bien". Era una de las cientos de llamadas que los usuarios repitieron durante el día para tranquilizar a su familiares.
Para muchos, lo que ayer era su primer día de vacaciones o la llegada de su descanso anual se convirtió en un inesperado día haciendo colas en el aeropuerto.
Los nervios afloraban a la vez que el calor dentro de las instalaciones aumentaba. El tiempo pasaba, las colas se alargaban y los pasajeros no recibían información alguna. "It's closed. No flights today", se limitaba a repetir una y otra vez una empleada de la compañía que se dejó ver al otro lado de la ventanilla del mostrador de venta de billetes de Iberia. Ivonne, una argentina que pensaba regresar a su país hoy, se lamentaba de que había perdido todas las posibilidades de enlace con el avión que la tenía que llevar a su país.
"Estamos muy sorprendidos. Los pasajeros caminan por las pistas y cogen por su cuenta el equipaje", explicó Iñaki Ruiz, un trabajador de tierra de Spanair. "Si supiera que el avión no saldrá aún tendría tiempo de coger el tren y llegar esta noche a Alicante, pero no me informan de nada", decía Jessica Picos.
Los usuarios ocuparon todos los rincones de las instalaciones, durmiendo sobre sus propias maletas. Con los bancos todos llenos, se esparcieron por el suelo, mientras que algunas personas mayores, sin nigún lugar donde poder descansar, se dejaron caer en las cintas de equipaje.
Desde las colas se oían gritos, silbidos e insultos contra los huelguistas. Los ánimos se caldeaban más cada vez que AENA informaba por megafonía sobre los retrasos. Miembros del Cuerpo Nacional de Policía hicieron acto de presencia. Los agentes custodiaban la salida a pistas detrás del mostrador 22 de facturación de Iberia, donde un grupo de personas exaltadas hicieron amago de traspasar la puerta. Los agentes de policía se convirtieron en el objetivo de numerosas críticas de los impotentes viajeros: "esta huelga es ilegal, ¿por qué estáis aquí sin hacer nada?", les increpaba Eugenio, que intentaba trasladarse ayer a Asturias.
Mateo González esperaba la llegada de su hijo de Shangai: "Me ha llamado desde Múnich diciéndome que cogía el vuelo hacia Barcelona. Pero tendría que haber llegado hace una hora a Barcelona y no sé nada de él". En información no le aclararon si el avión había sido desviado.
Las pocas personas que salían por la puerta de llegadas lo hacían después de horas de espera de lo que resultó al final un viaje frustrado. Al menos, decían, habían podido recoger su equipaje facturado horas antes.
"¿Adónde voy yo? No tengo hotel. Si yo soy de Badajoz", decía exaltado un pasajero al ver que pasaban las horas y no tenía dónde pasar la noche. "Es una pena. ¿Qué imagen estamos dando de Barcelona?", se preguntaba Victòria Castillo, catalana residente en Londres.
Ramashdah Sharif, que llegó al aeropuerto a las siete de la mañana con idea de regresar a Jordania, permanecía al mediodía en la cola de facturación muy malhumorado. "No entiendo nada. Nadie nos dice cuándo funcionarán las cosas ni cuántas horas tendremos que esperar", se quejaba.
Entre las personas atrapadas se encontraban también personas conocidas, como el economista Xavier Sala Martín; el consejero de Relaciones Institucionales, Joan Saura; la concejal del Ayuntamiento de Barcelona, Imma Mayol, y la alcaldesa de Esplugues, Pilar Díaz. "Cada año Iberia protagoniza una huelga. Es una vergüenza", afirmó Díaz, que esperaba para poder salir a Málaga.
Al filo de las cinco de tarde se confirmaron los peores augurios: Iberia anunció que suspendía todos sus vuelos. Fue la gota que colmó el vaso para muchas personas. Diversas personas que acudieron a recoger sus maletas en las cintas no pudieron contener las lágrimas tras horas de tensión acumulada. Algunos se dirigieron a los taxis y los autobuses que les esperaban en la puerta para ir a Barcelona. Otros se prepararon para pasar una larga noche en las terminales.
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