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Miles de pasajeros convierten El Prat en su hogar por un día

El aeropuerto de El Prat vivió ayer una prueba de fuego: acoger a miles de personas que abarratoraron las tres terminales desde primera hora de la mañana hasta muy avanzada la tarde por la huelga. Las empresas propietarias de los bares y restaurantes del aeropuerto hicieron su particular agosto. Fueron quizá las únicas personas felices de una jornada que transcurrió entre enfados y frustración.

El establecimiento de Pans & Company de la Terminal B fue uno de los establecimiento donde los viajeros acudieron para reponer energías. El tiempo medio para conseguir un bocadillo y un refresco era de una hora.

En los otros restaurantes se repetía el mismo patrón: rostros crispados formaban largas colas para compar algo de comer: "No sé por qué Iberia no nos da unos bocadillos. Encima de que han montado este follón, tenemos que pagar para comer", se quejaba una clienta de Market of the Airport. Bocadillos, galletas y refrescos volaban a la misma velocidad con la que los empleados de los locales los iban reponiendo en las estanterías.

Por si acaso, al filo del mediodía empleados de AENA y voluntarios de la Cruz Roja repartieron bocadillos y botellines de agua entre unos pasajeros en los que el cansancio acumulado empezaba a hacer mella.

Cortes en la carretera

Un centenar de las personas atrapadas en las terminales cortaron la vía de entrada y salida del aeropuerto a la medianoche. Los coches tenían que desviarse por la zona del aparcamiento para poder encontrar la salida del aeropuerto, agravando la situación de caos, ya que muchos de los coches que circulaban iban a recoger precisamente a familiares o amigos que llevaban todo el día en el aeropuerto, cosa que estuvo a punto de ocasionar algún altercado entre los que se manifestaban y los que circulaban; mientras que los taxis formaban largas colas sin poder circular.

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La policía no tuvo que intervenir en ningún momento.

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