Judíos, israelíes, semitas
En mi tierna infancia -vivía Franco- me enseñaron que los árabes (entonces se llamaba así a todos los musulmanes fueran de donde fueran) eran los buenos porque ayudaban a España a sobrevivir a la inquina internacional de las naciones traidoras, y los judíos los malos, porque buscaban con los masones y tal vez los comunistas el hundimiento de nuestra patria.
Afortunadamente, la mayoría de los españoles, con excepción al parecer de ciertos dirigentes del PP y de sus medios -curioso-, tan reacios ellos a condenar la dictadura de Franco, hemos superado esos complejos de buenos y malos. Por eso cuando leo estos días acusaciones de antisemitismo en el Gobierno de España, malestar de la comunidad judía española, etcétera, me pregunto: los judíos ¿acaso no son los practicantes de una determinada religión? ¿Deben justificar todos los actos del Gobierno de Israel? ¿Yo no podría ser judío si no apoyo al Gobierno de Israel hasta en la barbarie? ¿Yo, como cristiano, debo apoyar la barbarie si la comete el Gobierno de un país mayoritariamente cristiano? ¿Los semitas no son los pueblos de diversas razas y naciones, que hablan o hablaban lenguas de raíz semita (árabe, hebreo, fenicio) así llamados, sin ningún rigor científico, porque se dice que descienden del primer hijo, Sem, del constructor del primer barco zoológico?
La mayoría de los españoles queremos vivir en paz dentro de un mundo mejor que el actual. Cuando las acciones del Gobierno de Israel vayan en pro de ese objetivo, seguro que los españoles y su Gobierno aplaudiremos sin rubor ni complejos. Mientras tanto, que no intenten confundirnos entre judíos, israelíes y semitas.
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