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Reportaje:

Parques y tiendas, refugios del calor

Madrid ha vuelto a la alerta 1 por las altas temperaturas mientras jóvenes y mayores buscan alternativas para refrescarse

Su temperatura media es la más baja de Madrid: 34 grados. Y cerca de su estanque corre la poca brisa de la ciudad que suaviza el sopor. Esas características hacen del parque del Buen Retiro uno de los lugares más saludables para refugiarse del calor de estos días. Pero muchos madrileños prefieren combatirlo con el gélido aire acondicionado de las tiendas.

La Comunidad decretó el pasado jueves el nivel amarillo o de precaución por el calor, un aviso que llega cuando las temperaturas se sitúan dos grados por debajo del máximo riesgo: 38,5 grados.

A la par con las rebajas, el mejor reclamo para atraer al consumidor en verano es el abuso del aire acondicionado. "Cuanto más frío, mejor. Si no, observa cómo están las tiendas que no están refrigeradas", afirma Celia, dependienta de moda en una tienda en la calle de Alcalá. Ella regula el termostato a "unos 20 grados". La acera de este comercio está a la sombra por la mañana. En el lado opuesto, los consumidores, jóvenes y jubilados en su mayoría, serpentean sobre la acera intentando evitar los rayos de sol y las tiendas sin climatizar.

Cada verano, Protección Civil repite su recomendación para evitar los golpes de calor: evitar el trabajo físico a pleno sol, beber abundante agua y huir de los cambios bruscos de temperatura. Un consejo que muchos ignoran cuando un luminoso anuncia 37 grados a las 14.30 y muchos madrileños chapotean de tienda en tienda para congelar su sudor. El mercurio baja 15 grados de golpe.

"Encima hay rebajas... En ningún sitio se puede estar mejor. Bueno, sí, en la playa. Pero hasta que me vaya de vacaciones...", comenta Teresa Álvarez, una mujer de 50 años que no se separa de su abanico aunque la temperatura en un centro comercial de la calle de Goya sea casi invernal.

La mayor temperatura de ayer fue 37 grados, según el Instituto Nacional de Meteorología. Los alcanzó el termómetro de Ciudad Universitaria, donde los estudiantes no volverán hasta septiembre. Mientras, eligen los parques como lugares de recreo. "Me da igual que haga calor, no me meto en un centro comercial ni loca", cuenta Marina Gárate, joven getafense de 19 años. Lo mismo opinan sus cuatro amigas, que despliegan el tablero del Trivial sobre una pradera del Retiro.

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De vuelta a sus casas evitarán caminar bajo el sol. Para ello optarán por el transporte subterráneo. Pero el metro no les garantizará evitar el calor: uno de cada cuatro vagones de la capital sigue sin aire acondicionado. Y sin esperanza de mejora.

El pasado 19 de mayo, el alcalde Ruiz-Gallardón contestó con ironía a una protesta de la oposición sobre las altas temperaturas en el metro: "Después de construir más de cien kilómetros de metro en ocho años, ¿el problema es que en verano hace calor?". Para Álvaro sí. Cada día usa la línea 5 y dice estar harto del calor.

El nivel amarillo se saldó ayer sin graves problemas. Los madrileños siguieron, al menos en parte, las normas básicas: beber al menos dos litros de agua en todo el día y evitar salir en las horas de más calor. Consejos que no frenaron a José María Quijorna, de 47 años, en su entrenamiento diario. Sin camiseta y luciendo su torso moreno, Quijorna acudió a su cita con el cronómetro en el Retiro a la una de la tarde. "Corro cada día una hora. ¿El calor? Me molestan más las obras del parque".

En Ciudad Lineal, el operario de limpieza Francisco Ramos se protegía del sol a las dos de la tarde con una gorra verde. "Escuché ayer en la radio que hoy el sol iba a apretar mucho. Por eso metí agua en la nevera", confiesa mientras bebe de una botella con un gran bloque de agua congelada.

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