Cita en Saint Louis
Acompañando a esta novela de campus, una venerable tradición anglosajona que va extendiéndose por el ámbito español, aparecen recuadrados textos como los de un tópico libro de autoayuda, Dilemas morales de ayer y de hoy (¡vaya título jugoso!), o los pertenecientes al guión de un culebrón suramericano y también su doble, otra novela del mismo título que anticipa, parodia o glosa los acontecimientos de la principal. Son residuos de una traducción del inglés emprendida por el protagonista y narrador como actividad obligatoria del curso de doctorado. Si bien este trabajo acaba en fracaso, podemos interpretar que la novela que leemos es el resultado provechoso de la actividad del atolondrado personaje.
EL ESCOLAR BRILLANTE
Javier Rodríguez Alcázar
Mondadori. Barcelona, 2006 329 páginas. 18 euros
El escenario de la novela es la ciudad de Saint Louis. Es la ciudad de la película de Minnelli Cita en Saint Louis, en la que como aquí tienen gran importancia el invierno y la ciudad de Nueva York como posible meta final. El protagonista carga con una altísima dosis de negatividad. Ha obtenido la beca haciendo trampas en la documentación presentada (que se descubra el pastel es una amenaza constante a lo largo de la narración). Nuestro joven protagonista está licenciado en Filología Inglesa, pero a duras penas entiende el idioma que ha estudiado. Esto da lugar a escenas cómicas, pero, además, queda claro que no entiende de cine, le cuesta comprender el carácter de los que le rodean, no le interesan los vinos y tampoco aprecia la música clásica. Como se puede ver, es toda una ganga como personaje de comedia. Porque eso es la novela, una desatinada peripecia que le sucede a alguien que se halla fuera de sitio haciendo algo para lo que no está preparado y que complica su situación al mantener una doble relación sexual.
Estas relaciones dan pie a que la comedia adopte rasgos de melodrama cuando el personaje, un tanto teatralmente, se vea a sí mismo como alguien que sufre "el doloroso dilema entre el cariño puro y la pasión culpable". Después, la comedia dejará paso al drama al llegar a los capítulos titulados 'Frío' y 'Nieve', que además de referirse directamente a la realidad climatológica adquirirán significados simbólicos, pues lo cierto es que poco a poco entramos en el terreno de la metafísica. Los capítulos finales son, aunque de forma poco congruente, una inmersión en los infiernos de la condición humana, al modo, pongamos, de Paul Auster. Todo esto y algunos comentarios filosóficos sobre el conocimiento conectan la novela con los intereses profesionales de su autor, catedrático de Filosofía, que ha escrito por encima de sus desequilibrios una prometedora primera novela.
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