Multa y aviso

La Unión Europea aprieta las tuercas a Microsoft. La multa de 280 millones de euros que le ha impuesto es una cifra que puede absorber un gigante como éste. Microsoft se ha gastado mucho más, tres mil millones de dólares, en acuerdos con firmas de la competencia para que desistieran de perseguirla por los juzgados. No es, por tanto, únicamente una cuestión de cuantía. También es de fuero. Un castigo al desobediente y un aviso. La UE está convencida de que Microsoft ha querido marearla para evitar cumplir con el mandato de suministrar información técnica suficiente sobre sus servidores Windows para que los fabricantes de programas pudieran hacerlo con una arquitectura tan fraternal como la que tienen los propios programas de Microsoft con sus servidores.

A favor de la UE están los antecedentes de la compañía, condenada en Estados Unidos por conductas fraudulentas al aprovechar su monopolio en los sistemas operativos para extender su negocio a otras ramas tecnológicas. Tampoco resulta muy convincente que Microsoft remitiera 12.000 folios de información técnica, una información que puede resultar tan abundante como indigerible. Microsoft replica que la demanda de información de la UE no ha sido nunca precisa técnicamente y que, a la postre, puede verse obligada a regalar a la competencia una sabiduría que le ha costado mucho dinero en sus laboratorios. Ofreció abrir, bajo pago de licencia, el código fuente de los servidores y 500 horas gratuitas de formación para que el adquiriente de la licencia supiera interpretar los datos. Bruselas explicó que no le exigía mostrar las tripas de sus programas, sino suministrar una gramática básica para que los fabricantes supieran a qué atenerse.