Desalojadas las familias que vivían de forma ilegal en casas de Badalona
La actuación permite reactivar la transformación del barrio del Gorg
Los Mossos d'Esquadra y la Guardia Urbana desalojaron ayer a las familias que desde hacía un año ocupaban de forma ilegal diversas casas en el barrio del Gorg, en Badalona. Una orden judicial permitió el desalojo y posterior derribo de 14 inmuebles de las calles de Guifré y Ponent, operación que se realizó sin incidentes. La actuación permite retomar la urbanización del Gorg, donde se construirá un canal que conectará con el puerto de la ciudad.
Los agentes policiales se presentaron a las siete de la mañana en el Gorg, un barrio popular a medio camino entre el mar y el emblemático pabellón donde juega el Joventut de Badalona. A esa hora, las cerca de 50 personas que más tarde fueron desalojadas aún dormían. De todas formas, la policía se preparó a conciencia: 40 mossos y 30 guardias urbanos para sacar de casa a diversas familias de etnia gitana, que no opusieron ninguna resistencia y que, tras unos minutos para recoger sus bártulos, se marcharon sin más.
"Sabían que este día tenía que llegar", explicó en rueda de prensa la alcaldesa de esta localidad del área metropolitana, la socialista Maite Arqué. La historia de las casas ocupadas de forma ilegal se remonta a hace poco menos de un año. Fue entonces cuando decenas de familias se trasladaron desde zonas cercanas, como el barrio de Sant Roc, y entraron en los inmuebles sin llamar a la puerta. Las viviendas estaban vacías. Sus propietarios habían sido expropiados por el consistorio para hacer posible la reurbanización de la zona, afectada por el proyecto del nuevo puerto deportivo de Badalona. Las obras proseguirán en otoño e incluyen la construcción de 2.000 pisos, un canal y un parque.
La llegada de los nuevos inquilinos molestó a los vecinos, que protestaron y constituyeron una plataforma para promover el desalojo. Pero hace unos meses el problema se agravó -hubo 30 incendios en fábricas abandonadas en un solo mes- y saltó a la escena pública.
Ayer al mediodía, una de las integrantes de la plataforma, Maria Rosa, observaba con satisfacción el mordisco que una de las grúas propinaba al tejado de una planta baja de la calle de Guifré. Según Maria Rosa, se habían incrementado los hurtos en las tiendas. José y Rus, dos jubilados con dos gorras azules idénticas, añadieron otra queja: "Toda la calle está llena de basura". Frente a ellos tenían un paisaje de grúas, polvo y escombros acotado por la Guardia Urbana. Y a pocos metros, unos niños gitanos se remojaban mientras su madre se lamentaba: "Vamos a tener que irnos nosotros también, porque si no nos van a pegar".
La operación de desalojo no ha concluido. La alcaldesa admitió que quedan "una docena de casas" por vaciar, a la espera de orden judicial. Además, hay familias que residen en sus casas como propietarios. Según el consistorio, están "negociando" para que accedan a uno de los pisos que Regesa puso a disposición de la mayoría de los expropiados, que se instalaron en la nueva urbanización en torno al puerto.
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