Francia recuerda el 'error Dreyfus'
Chirac rinde homenaje al militar judío injustamente degradado en 1895
Francia recordó ayer de nuevo el famoso caso Dreyfus, uno de los episodios más relevantes del proceso de configuración de las sociedades occidentales modernas. El caso aglutina una serie de elementos clave, que van desde la eclosión del papel de los intelectuales y la prensa, hasta el triunfo del Estado de Derecho sobre la razón de Estado.
Se cumplían ayer 100 años de la rehabilitación final del capitán Alfred Dreyfus, judío y víctima del antisemitismo y de las intrigas internas del Ejército francés de la época. El presidente Jacques Chirac le rindió homenaje, celebró la victoria de los valores democráticos e instó a sus compatriotas a ser "extremadamente vigilantes frente a las fuerzas oscuras".
"Su rehabilitación es la victoria sobre el antisemitismo y el racismo", destaca el presidente francés
Dreyfus, que procedía de una familia de judíos alsacianos, fue condenado a prisión de por vida por traición a la patria, tras verse acusado falsamente de ser un espía alemán en un proceso manipulado. El 5 de enero de 1895 Dreyfus fue degradado en el Patio de Honor de la Escuela Militar de París. Le arrancaron los botones, las bandas de los pantalones, las insignias de grado y partieron su sable. Unas 20.000 personas siguieron el acto en actitud febril. Las heridas de la guerra francoprusiana todavía estaban abiertas; Alsacia, precisamente, había sido anexionada por Alemania, y Dreyfus era el perfecto chivo expiatorio en un momento de antisemitismo rampante.
El condenado enviado a cumplir condena en la terrible prisión de la isla del Diablo, en la Guayana francesa, y sometido a humillaciones en condiciones degradantes. Pero siempre insistió en su inocencia y creyó en la justicia, por lo que no dejó de luchar por su rehabilitación.
La evidencia de la injusticia que se estaba cometiendo atrajo a un número cada vez mayor de personalidades públicas a su causa, Clemenceau, Anatole France, Léon Blum o Jean Jaurès, entre otros. Pero quien más y mejor marcaría el caso fue el escritor Émile Zola, autor del famoso artículo J'accuse (Yo acuso), una carta al entonces presidente de la República, Félix Faure, publicado en la primera página del diario L'Aurore el 13 de enero de 1898, donde denunciaba "un crimen de lesa humanidad". Por ello, Zola fue condenado a un año de prisión.
El caso Dreyfus generó una auténtica batalla en la opinión pública, que trascendió incluso las fronteras de Francia. El proceso fue revisado varias veces y el condenado logró la amnistía en 1899 pese a no conseguir que se reconociera su inocencia. Pero ello no le impidió proseguir su combate judicial hasta que el Tribunal Supremo le restituyó sus honores militares el 12 de julio de 1906. En la ceremonia militar en la que se le reintegraba en el Ejército con grado de comandante Dreyfus gritó: "¡Viva la verdad, viva la República!". Poco después recibió la Legión de honor y aún tuvo tiempo de combatir en la Gran Guerra. Murió en 1935.
"La tragedia del capitán Dreyfus sigue resonando fuertemente en nuestros corazones. Tras haber dividido al país, ha contribuido a fortificar la República", dijo ayer el presidente Chirac en el mismo lugar en el que Dreyfus fue degradado y rehabilitado. "Su rehabilitación es la victoria de la República, de la unidad de Francia, del rechazo del racismo y del antisemitismo, de la defensa de los derechos humanos y la primacía de la justicia", añadió.
Pero algunos flecos siguen todavía coleando. La polémica sobre si las cenizas de Dreyfus deben ser trasladadas al Panteón de Hombres Ilustres, junto a los grandes personajes de Francia por ejemplo, sigue abierta. Mientras algunos lo exigen, otros consideran que el oficial alsaciano, en calidad de víctima pero no héroe, no corresponde al modelo de figura que reposa en el Panteón.
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