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¿Cómo los caminos de la 'yihad' pasan por Bombay?

Fernando Reinares

La actividad terrorista en el sur de Asia es muy acusada, incluyendo la que llevan a cabo grupos y organizaciones relacionados con las tramas del terrorismo global. Lo ocurrido en Bombay tiene numerosos antecedentes en esa misma ciudad y en el conjunto de la India, aunque los atentados de esta semana se encuentran entre los tres incidentes terroristas más letales perpetrados en dicho país o contra intereses y ciudadanos del mismo a lo largo de los últimos veinte años. Los otros dos fueron obra de fanáticos sijs y de islamistas aún no insertos en las redes del actual terrorismo internacional. Éste es el caso de la serie de explosiones que en marzo de 1993 ocasionaron casi 300 muertos en aquella misma ciudad. Además de semejante episodio, hubo otros dos importantes atentados múltiples antes de los ocurridos el martes. El último, el pasado mes de diciembre en Nueva Delhi, donde dos bombas en un mercado y otra tercera en un autobús provocaron cerca de 70 muertos. Tampoco ha sido la primera vez que un tren es blanco del terrorismo en la India, ni siquiera el primer atentado en serie contra ese medio de transporte registrado en el subcontinente.

¿Qué quiere esto decir? Pues que el terrorismo forma parte del repertorio de violencia insurgente en la India desde hace décadas. Como tal repertorio, ha sido utilizado por numerosos actores colectivos, especialmente por fundamentalistas religiosos y más en concreto por grupos islamistas agraviados por distintas razones con las autoridades indias. Ahora bien, con el inicio de los años noventa, el terrorismo yihadista ha adquirido una especial relevancia como fenómeno perturbador de la convivencia en la sociedad india y como amenaza a la seguridad colectiva en dicho país. Una parte de los grupos yihadistas que han ejecutado actos de terrorismo surgieron a partir de la propia población musulmana india, como el Movimiento Islámico de Estudiantes de la India (Students Islamic Movement of India, SIMI). Otros, por el contrario, proceden del conflicto por Cachemira que enfrenta desde sus orígenes a Pakistán con la India y se asientan en suelo del primero de esos países, aunque han venido operando en el territorio del segundo. Una parte de esos grupos y organizaciones yihadistas se ha reorientado hacia Al Qaeda y el movimiento de la yihad neosalafista global emanado de dicha estructura terrorista. Entre los que han sido absorbidos o están fuertemente influidos por Al Qaeda se encuentran Lashkar e Toiba, Harkat ul Mijahideen, Harkat ul Jihad al Islami y Jaish e Mohammad.

¿Lashkar e Toiba? ¿El SIMI? Podría ser aquél. Pero también este último podría estar detrás de las recientes explosiones de Bombay, de manera que el grupo habría perfeccionado así la ejecución de un anterior atentado múltiple contra trenes hace poco más de una década, cometiéndolo ahora con más precisión y letalidad, quizá emulando la experiencia de Madrid. Se cree que algunos de sus integrantes han participado junto a otros de Lashkar e Toiba en ciertos atentados y con elementos de Jaish e Mohammed incluso en la colocación de una bomba contra un tren de cercanías en Bombay, en marzo de 2003, cuya deflagración produjo 10 muertos y 70 heridos. El hecho de que militantes de uno y otro grupo aparecieran implicados en el acto indicaría convergencia ideológica y conveniencia práctica entre ambos. Es sabido que Jaish e Mohammed y Lashkar e Toiba son organizaciones terroristas de orientación yihadista con sede en Pakistán. Durante los años noventa, los miembros del SIMI se radicalizaron a partir de posiciones inicialmente islamistas pero no violentas, para terminar adoptando el objetivo del califato mundial y métodos yihadistas que se manifiestan en terrorismo. Es decir, propósitos y métodos con que Al Qaeda ha amalgamado las redes del terrorismo global. Con éstas están relacionados aquellos dos grupos yihadistas basados en la Cachemira paquistaní, por lo que resultaría muy verosímil que alguna de las tres aludidas organizaciones, o una combinación variable de elementos provenientes de más de una, estén envueltos en la matanza de Bombay.

La implicación de Al Qaeda podría ser directa o, lo que es más probable, indirecta, bien con la intermediación de facilitadores, bien a través de grupos asociados o entidades influidas. Desde 2003, Ayman al Zawahiri viene emitiendo mensajes hostiles hacia la India y los hindúes, una campaña propagandística que se acentuó tras la visita que el presidente estadounidense, George Bush, hizo a la India el pasado mes de marzo. Osama Bin Laden, en un mensaje emitido a través de Al Jazeera el 23 de abril de este año, hizo por primera vez una referencia a la India, aludiendo a la supuesta existencia de una "guerra de cruzados, sionistas e hindúes contra los musulmanes". Osama Bin Laden también mencionó a España unos meses antes del 11 de marzo, convirtiéndola así en blanco declarado de una amenaza que se cumplió. En la India, esa amenaza se habría materializado también a los pocos meses. Que el tipo de atentado perpetrado en Bombay se asemeje a otros cometidos, fuera de zonas en conflicto como la afgana o la iraquí, por grupos y organizaciones vinculadas al movimiento de la yihad neosalafista global daría mayor verosimilitud a esta hipótesis. Pero, dejando a un lado discusiones sobre el grado de participación de Al Qaeda, que oscilaría entre la inspiración o designación de blancos y la planificación o el involucramiento activo, caben pocas dudas de que las casi 200 víctimas mortales y más de 700 heridos en una línea ferroviaria de Bombay esta semana son producto del terrorismo yihadista.

Fernando Reinares es catedrático de Ciencia Política en la Universidad Rey Juan Carlos e investigador principal de Terrorismo Internacional en el Real Instituto Elcano.

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