Los hoteleros critican la escasez de taxis en Barcelona y piden la liberalización del sector
La Federación Catalana del Taxi denuncia que algunos hoteles cobran comisiones ilegales
El Gremio de Hoteleros de Barcelona criticó ayer con dureza la escasez de taxis que sufre la ciudad a determinadas horas del día. Su presidente, Jordi Clos, pidió que se liberalice el sector porque el servicio es deficitario tanto en el aeropuerto de El Prat como a las puertas de los hoteles. La réplica de la Federación Catalana del Taxi también fue tajante. El secretario general de esta entidad, David Florejachs, denunció una campaña de boicoteo por parte del gremio y sostuvo que algunos hoteles cobran comisiones ilegales a taxistas para poder hacer determinados servicios caros.
"No puede ser que el cliente de un hotel de lujo tenga que hacer cola durante más de una hora a la puerta para coger un taxi". Así de indignado se mostró Jordi Clos ante el funcionamiento del servicio del taxi en Barcelona, uno de los "puntos negros" del turismo en la ciudad. "Da muy mala imagen de Barcelona", insistió el presidente del Gremio de Hoteleros en la presentación de los datos económicos del sector.
Según el gremio, este año se superarán los 12 millones de pernoctaciones. Con estas previsiones en la mano, Clos planteó dos soluciones: ampliar la concesión de licencias o bien liberalizar el sector para que compañías de transporte privadas cubran los huecos horarios que dejan los taxistas, una práctica que ya se observa en otras ciudades europeas, como Londres.
Además de oponerse de forma contundente a esta medida, la Federación Catalana del Taxi aseguró ayer que no hay escasez de taxis en Barcelona. "La ley establece una ratio de 2,5 taxis por cada 1.000 habitantes, y esta cifra está incluso superada", indicó Florejachs. El secretario general admitió que en determinados momentos -como las noches del fin de semana- la demanda desborda a la oferta y el tiempo de espera para coger un taxi puede resultar excesivo.
Sobre el pésimo funcionamiento de los taxis en el aeropuerto, Florejachs apuntó a una "mala organización" de AENA. Una tesis que también defendió el concejal y presidente del Instituto Metropolitano del Taxi de Barcelona (IMET), Francesc Narváez. Ambos explicaron que existe un solo carril entre la parrilla de estacionamiento donde se encuentran los taxis y el lugar en el que esperan los pasajeros. Este carril, además, está constantemente sobreocupado, con lo que el paso de los taxis resulta poco fluido.
Pero Florejachs fue más allá de la defensa de sus intereses corporativos y pasó al ataque. Acusó al Gremio de Hoteleros de "amparar prácticas mafiosas e ilegales". El secretario se refería a que algunos establecimientos hoteleros exigen comisiones "de ocho o nueve euros" a los taxistas para ir a recoger a determinados clientes a la puerta del hotel y garantizarles el servicio. "El 95% de los taxistas, que son gente honesta, piensan que no vale la pena trabajar en esas condiciones". Narváez confirmó que el IMET ha observado que se dan estas prácticas y que se han aplicado sanciones, aunque puntualizó que la situación está ahora bajo control.
El servicio del taxi no es la única preocupación de los hoteleros. También lo es la conexión por metro entre el recinto ferial de Montjuïc y el de Gran Via, y la proliferación de robos en algunos puntos de la ciudad.
Una noche por 113 euros
Clos ofreció en rueda de prensa los datos de ocupación del primer semestre del año, que alcanzó el 74,61%; es decir, el 1% más que en 2005. Este ligero aumento se explica por la celebración, en dos meses de poca actividad como enero y febrero, de dos grandes acontecimientos: la feria Bread & Butter y el congreso de telefonía móvil 3GSM. El presidente se mostró satisfecho por los resultados y porque se ha "absorbido" el incremento de 2.250 plazas en un año.
El precio medio de una habitación también ha aumentado el primer semestre en 8,77 euros. Ahora, pasar una noche en un hotel de Barcelona cuesta una media de 113 euros. Los hoteleros creen que es una ciudad "barata", sobre todo si se la compara con otras urbes europeas, como París, donde para pasar una noche hay que desembolsar 260 euros.
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