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Crónica:Tenis | Torneo de Wimbledon
Crónica
Texto informativo con interpretación

Federer, rey de la hierba

El suizo iguala al estadounidense Sampras al ganar su cuarto título sucesivo y frena la escalada de Nadal

El sueño se cortó. Para Rafael Nadal la increíble historia que este año escribió en Wimbledon concluyó cuando se dio de bruces contra el mejor tenista del mundo sobre la hierba, el número uno, el suizo Roger Federer. La precisión de sus golpes, la perfección de su servicio, las angulaciones que logra con su revés plano y cortado y las tremendas aceleraciones que consigue con su drive resultaron excesivas para el español. Nadal comenzó excesivamente tenso y un poco perdido en la pista, pero se fue entonando y puso en dificultades a Federer. Pasó por momentos brillantes en su juego y lo dio todo en la pista, como siempre. Pero esta vez acabó perdiendo por 6-0, 7-6 (7-5), 6-7 (2-7) y 6-3 en dos horas y 50 minutos.

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Su imagen en la silla de la pista central, con la cabeza hundida entre sus brazos apoyados en sus piernas, no es la habitual en Nadal. Se le recuerda todavía como el ganador que demostró ser en Roland Garros hace sólo unas semanas, cuando venció por quinta vez consecutiva al mismo rival al que se enfrentó en Wimbledon. Pero ayer los laureles fueron para un Federer que se reafirma como uno de los mejores jugadores de todos los tiempos. Su cuarta coronación en la catedral le permite alcanzar uno de los récords del estadounidense Pete Sampras, que había ganado de forma consecutiva entre 1997 y 2000, los cuatro últimos de sus siete títulos londinenses. "Ha sido fantástico jugar aquí contra ti. Te felicito", le dijo el suizo al mallorquín minutos después de recoger su trofeo; "pero no me conformo con eso. Volveré el año que viene porque quiero ganar el quinto e igualar al sueco Bjorn Borg", afirmó.

No es descabellado. La calidad de su tenis está fuera de toda duda. Y eso es precisamente lo que le ha permitido ya alcanzar ocho títulos del Grand Slam y acercarse peligrosamente a la marca de 14 que posee Sampras y que parecía irrepetible. Exceptuando Roland Garros, Federer ha ganado en todas las superficies: posee cuatro Wimbledon, dos Open de Australia y dos Open de Estados Unidos. Y la lista no va a frenarse ahí. Sin embargo, es cierto que la aparición de Nadal se ha convertido en un auténtico problema para el número uno. Sin él, probablemente tendría ya algún título de Roland Garros en el zurrón y se habría convertido en el quinto jugador en ganar los cuatro torneos grandes.

Pero, con Nadal en el horizonte, las cosas se le han puesto difíciles a Federer. Y se le habían complicado especialmente en el mismo momento en que perdió en París y afrontó el torneo de Wimbledon, en el que bajo ningún concepto podía permitirse perder. Llevaba cinco derrotas seguidas ante Nadal y superarle se había convertido ya en un reto para él. Y más aún en la superficie que más domina. Con esta victoria, Federer se liberó porque se sacó un yugo de encima que le estaba ahogando. Ahora podrá afrontar los próximos torneos despojado de todos sus fantasmas y creyendo ya que puede ganar a Nadal.

Sin embargo, en la final de ayer, Federer descubrió también la magnitud de la figura que tiene delante. Porque las mejoras que demostró Nadal en este Wimbledon son como para asustar a cualquiera. Ni es normal que llegara a la final la primera vez que se toma el torneo en serio ni es lógico que fuera capaz de aguantar el nivel del helvético cuando se tranquilizó y comenzó a sentir sus golpes. "Al principio me sorprendió por completo", explicó Nadal buscando respuestas al 6-0 inicial; "Federer juega diferente a todos los demás. Sacó y restó muy bien, me rompió el saque cada vez y no veía qué estrategia debía seguir para evitar aquello. Pensaba solamente en ganar un juego. Lo necesitaba para entrar en el partido".

Y lo ganó, pero fue ya en la segunda manga, cuando consiguió el primero de los dos breaks que se anotó. Aquello le permitió sacar con 5-4 para igualar a una manga, pero allí cometió una doble falta y perdió el saque. El desempate tuvo que decidir. Y Federer no perdonó.

Con dos sets a cero, el suizo pareció liberarse de la presión que había sentido por la necesidad de ganar a Nadal. Y aquello coincidió con el hecho de que Nadal estaba ya desarrollando su mejor tenis. Fueron los mejores momentos del partido, en los que el manacorense demostró que incluso en la hierba puede tutear a Federer. Ganó la tercera manga en el desempate. Pero luego, en la cuarta, surgió de nuevo la calidad del campeón, sus golpes profundos y a las líneas, su revés cortado y su saque y se fue disparado hacia el triunfo.

Nadal perdió. Pero en su cabeza siempre quedará el recuerdo de la final que ayer disputó en Wimbledon, uno de los momentos más importantes de su carrera profesional. A la espera de que en los próximos años vuelva a poder vivirlo, pero entonces para emular a Manuel Santana, campeón hace 40 años; es decir, para ganar.

Nadal se lamenta tras un fallo.
Nadal se lamenta tras un fallo.EFE

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