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Reportaje:LO PEOR | Alemania 2006

El gran pinchazo de Brasil

No ha estado a la altura del Maracanazo de 1950, pero sí ha sido el gran fiasco de Alemania 2006. A Brasil le desbordaron las expectativas. Su entrenador, Carlos Alberto Parreira, no supo convertir el desfile de figuras en un equipo. Al primer rival serio (Francia), se derrumbó. Tal vez fuera el aburrimiento o quizá el gusanillo del banquillo, el caso es que Parreira regresó al frente de la canarinha 12 años después. Para naufragar. Así como gestionó la escasez de recursos de Estados Unidos 94, fracasó en la abundancia de la que dispuso en Alemania. Tal vez porque, como dijo Tostao, el conservador Parreira, de 63 años, se traicionó al confiar en un equipo que pretendía dar espectáculo. Y no lo dio.

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La veteranía es un grado

Hay que responsabilizar por ello a los jugadores y más que nadie a Ronaldinho, globalmente considerado el mejor del mundo. Apenas se le vio. Fue un jugador de anuncio, de exhibición en algunos momentos, pero nunca decisivo. O llegó cansado tras una temporada extenuante en el Barça o simplemente no encontró un conjunto que lo sustentara. Ronaldinho es el jugador mejor pagado del planeta, con 23 millones al año, según un estudio del Franfurter Allgemeine. Le siguen Beckham (18), Ronaldo (17), Rooney (16.1), Vieri (16), Zidane (15), Del Piero (11,5), Lampard (9,8), Henry (9,8) y Terry (9,7), la mitad de ellos por encima del sueldo del presidente del Deutche Bank, Josef Ackermann (12 millones).

Claro que en la canarinha pincharon casi todos, desde Emerson hasta un agotado Roberto Carlos. Pero fue Adriano quien más sensación de vulgaridad transmitió, víctima de los celos ante la celebridad de Ronaldo al batir el récord de Müller como máximo goleador de la historia de los Mundiales (15 tantos).

- Inglaterra. En términos de mediocridad hay que añadir a Lampard, jugador despampanante en la Liga inglesa que se desinfla fuera de las islas. Nunca de manera tan alarmante como en este torneo, donde no ha emitido ni un solo gesto redentor. Algún tronco al que asirse como hizo Gerrard, que dejó constancia de su clase en un par de pases largos y en otros cuantos remates lejanos. Sin ser el jugador esperado.

Y mucho menos Rooney, que adquirió un efecto mesiánico entre los supporters que no supo mantener. Perdió la cabeza en el peor momento, cuando más lo necesitaban. Le salió el instinto callejero y le clavó los tacos a Carvalho. Fuera de forma, pagó la recuperación acelerada que le impuso su seleccionador, Sven Goran Eriksson, otro que podría subirse al podio de los grandes fracasos. Nunca un equipo inglés había sido tan aburrido.

Hablar de Inglaterra invita a pensar en Cristiano Ronaldo, convertido en enemigo número 1 de la hinchada británica. El cheat (tramposo) por excelencia para los seguidores ingleses después de que avisara al árbitro del pisotón de Rooney. Curiosamente, el extremo también ha sido el más odiado por los franceses, que se acordaron de una batalla campal entre los juveniles lusos y los franceses hace unos años. Cristiano quería ser protagonista y lo ha sido. Para bien, en el penalti que eliminó a Inglaterra; y para mal, en los piscinazos y arabescos inútiles que descubre la televisión.

- Holanda. Despertó tantas adhesiones antes del Mundial como decepciones después. Le faltó precisamente lo que se espera siempre de Holanda: juego. Y ahí el máximo responsable es su entrenador, Marco Van Basten, que descapitalizó todo el apoyo con el que contó. Su enfrentamiento personal con Van Nistelrooy resultó determinante. Cierto que el delantero venía ya de una mala temporada, pero es difícil de entender que no le diera ni minuto ante Portugal, una muralla defendiendo su ventaja. Mucho más teniendo en cuenta que De Kuyt, anunciado como la revelación del torneo, pasó inadvertido, mientras que Robben sólo estuvo a su nivel ante Serbia.

Adriano.
Adriano.
Sobre estas líneas,  Lampard.
Sobre estas líneas, Lampard.

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