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Columna
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'Lifting' municipal

Como sabe el lector, el Ayuntamiento de Alicante se dispone a construir un palacio de congresos en la zona de La Sangueta, a la entrada de la ciudad. Para ello, ha encargado la redacción del proyecto a un prestigioso arquitecto, Pérez Arroyo, autor del Coliseo de La Coruña, un edificio muy celebrado por la crítica. Pero no basta con el encargo de la nueva construcción, se precisa también un plan urbanístico que ordene la zona y actúe sobre la fachada marítima del norte de la ciudad, muy deteriorada. Este plan acaba de adjudicarse hace unos días a un afamado estudio de Madrid, que en breve acometerá los trabajos.

Si no cabe duda de que el palacio de congresos será realidad en un próximo futuro, no sucede lo mismo con el plan de La Sangueta. No es que uno desconfíe de la capacidad de los técnicos encargados de redactarlo, pero diría que son unos técnicos excesivamente buenos. Y la experiencia dice que las cosas demasiado buenas no suelen funcionar en Alicante. La empresa que redactará los trabajos está dirigida por el arquitecto y sociólogo don José María Ezquiaga, uno de los promotores del manifiesto por una Nueva Cultura del Territorio.

Como la prensa acaba de recordar, el manifiesto por una Nueva Cultura del Territorio defiende la sostenibilidad ambiental, la eficiencia económica y la equidad social. Pues bien, son precisamente estas cuestiones las que originan mi inseguridad. Comparo los términos del manifiesto con la conducta del alcalde Díaz Alperi y de su equipo y no encuentro un solo punto de afinidad. Después de doce años de alcaldía de Luís Díaz, nadie mantendrá que Alicante es una ciudad sostenible. Al contrario, el desarrollo que ha experimentado el urbanismo de la población no puede ser más opuesto a este admirable propósito. Los intereses de los constructores -intereses que Díaz ha defendido a brazo partido- han creado una ciudad despilfarradora, donde cualquier desplazamiento supone un gasto de energía formidable. ¿Puede creer alguien que a un alcalde que defiende el Plan de Rabassa le preocupa la sostenibilidad ambiental?

En cuanto a la equidad social, basta ver el estado en que se hallan los colegios públicos de Alicante para hacernos una idea de la importancia que ha merecido del Gobierno municipal. Las demoras y los inconvenientes -interminables- que se han producido a la hora de construir nuevos centros, muestran con exactitud la preocupación de Luís Díaz por este asunto. A un resultado semejante llegaríamos al hablar del transporte público, uno de los más lentos e incómodos del país, al decir de los entendidos. En cuanto a las zonas verdes -otro de los ejes que permiten apreciar la preocupación social de un municipio- su estado habla por sí mismo. Salvo los años del alcalde Abad, no recuerdo que los jardines, los escasos jardines de Alicante, hayan sufrido un abandono comparable.

Que con este currículo municipal, labrado día a día, a lo largo de 12 años, Díaz contrate ahora a un afamado estudio para urbanizar La Sangueta, nos hace desconfiar. Más que una preocupación real por el urbanismo del barrio, diríamos que el alcalde pretende hacerse un lifting municipal. Cuando, llegado el momento, el equipo del señor Ezquiaga plantee sus conclusiones y estas no satisfagan los intereses de los constructores, veremos en qué queda la cosa. ¿Que se trata de un juicio temerario por mi parte? Yo creo que no. Me limito a constatar unos hechos y a recordar lo que sucedió con Lluis Cantallops en la redacción del Plan General de la ciudad.

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