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Reportaje:

Grande, ande o no ande

Los flecos del tratado de adhesión crean dudas sobre el resultado final de la entrada de Venezuela en el Mercosur

Los presidentes de Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay firmaron el pasado martes en Caracas el protocolo de adhesión de Venezuela al Mercado Común de Suramérica (Mercosur), en una ceremonia que, en teoría, supuso un fuerte refuerzo del bloque regional. Sin embargo, la rapidez con la que se ha producido la incorporación -seis meses- y los flecos que deja sueltos el documento de adhesión -establece un periodo abierto para su aplicación que oscila entre los cuatro y los cinco años- han levantado dudas razonables sobre cuál será el resultado real de la entrada de Venezuela en la organización. "El protocolo de adhesión de Venezuela al Mercosur genera más dudas que certezas porque parece un borrador de trabajo en vez de un proyecto consolidado", advierte Dante Sica, ex secretario de Industria argentino.

La entrada venezolana ha generado tensiones en los socios menores, Paraguay y Uruguay, dado que se le aplica un régimen aduanero distinto
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El documento ratificado en la capital venezolana establece un proceso de transición para la incorporación plena de Venezuela de unos cuatro o cinco años, aunque en muchos aspectos particulares no indica cómo. Sin embargo, desde el primer momento Caracas tiene voz y poder de veto en algunas medidas dentro de la organización y está capacitada para asumir su presidencia rotatoria, algo que, de acuerdo con los turnos previstos, debería suceder en el primer semestre de 2008.

Una de las mayores ventajas que supone para el Mercosur la incorporación de Venezuela -aparte de abrir teóricamente un mercado de 26 millones de habitantes en el que el 90% de sus importaciones corresponde a productos industriales manufacturados- es que al bloque económico caracterizado fundamentalmente por su carácter agroalimentario e industrial se le añade el componente energético, un factor que todos los Gobiernos de la región reconocen que va a ser clave en los próximos años.

En el lado contrario de la balanza, la entrada venezolana ya ha generado tensiones entre los socios menores, Paraguay y Uruguay, dado que al país caribeño se le aplicará un régimen aduanero diferente. La cuestión de los aranceles es una de las piedras de toque del Mercosur y una de las principales razones esgrimidas por el empresariado paraguayo para exigir el abandono de la organización. Desde hace años, los Gobiernos de Montevideo y Asunción mantienen la tesis de que para ellos Mercosur supone más costes que beneficios, y aunque se han producido algunas modificaciones para corregir las asimetrías y se han registrado avances -como la eliminación de la doble imposición aduanera- que les beneficia, la entrada de otro socio grande genera desconfianza.

Un proceso incipiente

La consigna oficial es que con la incorporación de Caracas el bloque comercial suramericano sumará el 75% del producto interior bruto (PIB) de la región, con un mercado potencial de 250 millones de personas. Sin embargo, el proceso de integración entre los cuatro socios actuales es todavía muy incipiente y está caracterizado tanto por los roces entre ellos como por la incapacidad mostrada por el grupo para actuar como árbitro -o al menos como espacio de discusión- en diversos contenciosos cuyo máximo exponente es la disputa entre Argentina y Uruguay por la instalación de dos fábricas de pasta de celulosa en el lado uruguayo de la frontera fluvial entre ambos países, y que el Gobierno de Buenos Aires ha rechazado llevar al Mercosur optando por presentarlo ante el Tribunal Internacional de La Haya.

Aunque a diferencia de lo que ocurre con la Unión Europea el Mercosur es, por ahora, un proyecto de integración exclusivamente económica, la decisión y el proceso de entrada de Venezuela tiene una significación política especialmente con Hugo Chávez como jefe de Estado del país caribeño y en igualdad de condiciones que los demás socios desde el primer momento para expresarse en nombre de la organización. "Es preferible un Chávez dentro que fuera del Mercosur. Dentro tendrá que contar con el liderazgo de Brasil", opina Dante Sica, el ex secretario argentino de Industria.

Por si acaso, el Palacio de Itamaraty -la sede de la Cancillería brasileña- ya ha comenzado a trabajar en una estrategia para evitar que Brasil se vea arrastrado por las posiciones y los discursos que pueda adoptar Chávez una vez dentro del Mercosur. Así, en una entrevista concedida al diario Clarín, el ministro de Exteriores brasileño, Celso Amorim, marcó claramente la diferencia entre la política y la economía en un Mercosur con Venezuela dentro. "Ahora tenemos una visión clara en el Mercosur de una columna vertebral en América del Sur que va del Caribe a Tierra del Fuego. Creo que eso es algo que no se puede despreciar..., no hablo de geopolítica, pero sí a nivel geoeconómico, geocomercial", destacó el canciller brasileño.

Con unas elecciones presidenciales el próximo octubre -en las que aparece como favorito el actual presidente Luiz Inácio Lula da Silva-, la Administración brasileña se está viendo enfrentada a un sector industrial y empresarial en general que reclama una apertura de los mercados brasileños a bloques económicos fuertes como pueden ser Estados Unidos y la Unión Europa. Con esta premisa, el reforzamiento del bloque suramericano por el que apuesta el Gobierno no acaba de cumplir las expectativas del sector productivo a la espera de que las urnas decidan quién será el próximo mandatario. Brasil tiene unas exportaciones que rondan los 110.000 millones de dólares al año, y cuya mayor parte se dirige fuera del Mercosur, es a esos mercados a los que apuntan las preferencias del empresariado brasileño.

El 'efecto llamada'

Y aunque la entrada de Venezuela se presenta como la primera gran ampliación del proyecto de integración, tampoco queda muy claro el efecto llamada que pueda tener Caracas en el reforzamiento del Mercosur. El Gobierno del boliviano Evo Morales estudia en la actualidad solicitar formalmente su adhesión, pero la segunda economía más fuerte del subcontinente, Chile, sigue haciendo público su escepticismo sobre la estrategia de integración regional.

El pasado lunes, el ministro de Exteriores chileno, Alejandro Foxley, subrayaba que "no funcionan ni el Mercosur ni la Comunidad Andina de Naciones". El Gobierno de la socialista Michelle Bachelet considera a América Latina "muy inestable" desde el punto de vista político, y de ahí su apuesta "por anclajes fundamentales" que van más allá de la región, en especial los acuerdos comerciales con EE UU, la Unión Europea y China.

Cartel alusivo a la cumbre de Mercosur celebrada esta semana en Caracas.
Cartel alusivo a la cumbre de Mercosur celebrada esta semana en Caracas.EFE

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