Decisión discutida de Arenas
El presidente del PP afronta una etapa difícil con un contestado 'número dos'
Que Javier Arenas ha sido, es y será mientras él quiera el líder del centro-derecha en Andalucía es un hecho, hoy por hoy, indiscutible. Como indiscutible es que Arenas ha adoptado esta semana una decisión que, por primera vez, ha sido ampliamente discutida en el PP, una organización profundamente jerárquica y acostumbrada a asumir sin más las diretrices marcadas desde arriba.
La decisión discutida ha sido el nombramiento de Antonio Sanz como número dos del PP, un cargo que éste ya desempeñó entre 1999 y 2004, año en el que fue relevado por Arenas tras la debacle de este partido en las elecciones del 14 de marzo. Sanz ha llegado a la secretaría general, pero deja la portavocía del grupo parlamentario y la presidencia del PP de Cádiz.
Pese a que Arenas ha minimizado públicamente esta discrepancia, lo cierto es que en las organizaciones provinciales se han alzado voces que consideraban inadecuado recuperar a Sanz para este puesto, que quedó vacante después de que Juan Ignacio Zoido fuese designado candidato a la alcaldía de Sevilla.
Arenas ha podido comprobar esta oposición interna al nombramiento de Sanz en las conversaciones que ha mantenido con los dirigentes con los que consultó para elegir el nuevo secretario general del PP, 26 según él.
Unos de manera más directa y otros de forma más suave, los principales dirigentes del PP en Andalucía (presidentes provinciales, alcaldes o diputados) comunicaron a Arenas su opinión de que Sanz no debía volver a la secretaría general y plantearon otras alternativas.
Otra cosa es que llegado el momento de la verdad, cuando el nombramiento se trató en el comité ejecutivo regional del PP celebrado el pasado miércoles, ningún dirigente dijese ni pío y se escenificase un cierre de filas. Es lo habitual cuando llegan momentos difíciles. En ese comité, en el que el PP cambió de número dos, de numero tres y de portavoz parlamentario, se produjeron notables ausencias.
El principal argumento para disuadir a Arenas fue que Sanz representaba el pasado más reciente del PP, es decir, el del resultado de las elecciones del 14 de marzo. En opinión de muchos dirigentes era mejor ofrecer una cara nueva a la ciudadanía y seguir la estela del congreso regional de septiembre de 2004, en el que Arenas hizo una profunda renovación en la dirección del PP andaluz. En estos días, de hecho, empezó a circular en este partido la chanza de que se podía recuperar a Gabino Puche, quien fue presidente del PP andaluz entre 1987 y 1993.
En esta oposición a Sanz ha tenido mucho que ver el malestar generado en varias provincias por la gestión que realizó en su anterior etapa como secretario general. "Todos los presidentes provinciales, menos el de Cádiz, están en contra", decía con sorna esta semana un dirigente del PP.
En aquella época, de 1999 a 2004, Sanz se convirtió en el verdadero mandamás del PP andaluz, toda vez que Arenas tenía responsabilidades en Madrid y la entonces presidenta regional, Teófila Martínez, dedicaba buena parte de su jornada a la alcaldía de Cádiz.
Uno de los hechos más llamativos de esta situación es que aunque otras decisiones de Arenas podían ser comprendidas o no dentro de la organización (la posición del PP ante el acuerdo para el impulso democrático o ante la reforma del Estatuto), nunca antes había habido un debate tan amplio y tan vivo dentro del partido sobre una decisión estratégica de su máximo líder. Y aunque la figura de Javier Arenas es incontestable en el PP, lo cierto es que éste último movimiento de piezas ha mermado algo su crédito y ha supuesto una decepción para muchos de sus compañeros de partido. "El que se la juega es él", afirma un dirigente provincial.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.