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Reportaje:Alemania 2006

El espíritu del 98

Las circunstancias, las críticas iniciales, los rivales y la columna vertebral de Francia son similares a cuando ganó el título en París

Ramon Besa

Francia acude al encuentro de Italia, mañana, en Berlín, convencida de que el diablo sabe más por viejo que por diablo. Los bleus portan de nuevo las pinturas de guerra del Mundial de 1998 y de la Eurocopa de 2000 y se muestran dispuestos a recuperar los tronos perdidos en Japón y Corea 2002 y Portugal 2004. Fracasó la revolución emprendida con un técnico de club como Jacques Santini, uno de los ideólogos del Olympique de Lyón, y se recuperó la vocación pedagógica de los seleccionadores emprendida por Aimé Jacquet, continuada por Roger Lemerre y ahora representada por Raymond Doménech. Francia regresó sobre una ruta ya conocida y su trayectoria en Alemania recuerda definitivamente la de París. El entrenador está para aguantar las críticas y los jugadores para resolver los partidos.

"En un torneo corto, la preparación psicológica es más importante que la edad", resalta Doménech

Así de sencillamente funciona una de las finalistas y, de acuerdo a los números, que no a las apuestas, la favorita de la competición. Italia lleva 28 años sin ganar a Francia. A la victoria italiana en Argentina 78 siguieron los triunfos franceses en México 86; Francia 98, por penaltis, y Bélgica y Holanda 2000 con un gol de oro de Trezeguet. El ariete del Juventus es uno de los pocos campeones que han perdido protagonismo en el equipo que jugará en Berlín. La columna vertebral de Francia es hoy prácticamente la misma que ganó en París. Barthez, Thuram, Vieira, Zidane y Henry, un futbolista por línea, ya participaron en el éxito alcanzado el 12 de julio de 1998 en la Copa del Mundo organizada en su país y en la conquista europea de Rotterdam el 2 de julio de 2000.

La similitudes entre el campeón y el finalista son de jugadores y de circunstancias. Tanto Jacquet como Doménech, los dos seleccionadores, han sido incomprendidos; Zidane se han convertido en el referente ofensivo del equipo y en el futbolista decisivo en los grandes partidos: abatió a Brasil y Portugal en los dos torneos; y la actuación del equipo mereció con anterioridad una dura crítica, aunque el trazado ha sido opuesto: en Alemania ha mejorado en las eliminatorias después de una primera fase decepcionante y en Francia pasó muchos apuros frente a Paraguay, Italia y Croacia antes de batir a la selección de Ronaldinho.

A las dos selecciones les avala su organización defensiva y capacidad para rentabilizar los goles: sólo recibieron dos en 1998 y otros dos en Alemania. Aunque nadie discute a Zidane, el equipo se remite a las parejas Makelele-Vieira y Thuram-Gallas para explicar su mecánica de juego. La solidaridad y el espíritu de grupo se impone a cualquier asociación por más nombre que tenga: la pareja Zidane-Henry únicamente conectó ante Brasil y a balón parado, nada que ver con el intervencionismo de los medios. "Nuestra solidaridad es ejemplar", relata Henry; "nadie se queda en el ataque cuando no tenemos la pelota. Todos defendemos y cuando la recuperamos siempre hay quien marca la diferencia. La clave es el bloque y su fuerza colectiva".

El espíritu de supervivencia actuó como motor de Francia. "Hemos vivido los últimos 15 partidos con un cuchillo en la garganta", recuerda Doménech. Francia había caído en un hoyo después de adjudicarse la Copa Confederación en 2003 con Henry como abanderado de la revolución iniciada con Santini tras el fracaso del Mundial 2002, cuando fue la primera campeona mundial eliminada en una fase inicial sin marcar un gol, y de caer en los octavos de la Eurocopa 2002 ante Grecia. Santini se fue entonces al Tottenham y la federación volvió la vista atrás: apostó por un técnico de las categorías inferiores, sin mayor currículo de club que su paso por el Lyón y el Moulhouse, y recuperó a la generación del 98.

A la convocatoria desesperada de Doménech, cuando el equipo tenía problemas para clasificarse para Alemania, acudieron Makelele, Thuram y Zidane, tres futbolistas que de alguna manera se habían retirado de la selección, y Francia recuperó la llamada República de los Jugadores. La situación se invirtió en poco tiempo.

Aunque la mitad del equipo titular supera los 30 años de media, el seleccionador concluye: "Hay jugadores con una edad respetable, pero no se sienten mayores. Acusan la fatiga, pero en un torneo corto lo más importante es la preparación psicológica. Los veteranos saben de qué va el asunto y contagian su seguridad al resto". Francia afronta la final con la misma determinación que en 1998. No es extraño que en los Campos Elíseos vuelva a sonar I will survive, de Gloria Gaynor.

Govou, Zidane, Thuram y Henry (de izquierda a derecha) se felicitan tras el partido de semifinales contra Portugal.
Govou, Zidane, Thuram y Henry (de izquierda a derecha) se felicitan tras el partido de semifinales contra Portugal.ASSOCIATED PRESS

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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