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La mayor tragedia de metro en España

Un accidente, cuatro billetes

Claudi Pérez

Junto al dolor por las víctimas, la indignación era ayer la tónica en Torrent, una pequeña localidad al sur de Valencia en la que finaliza la línea 1 y a la que se dirigían 16 de las 41 víctimas del convoy mortal. Irritación con las administraciones, con la compañía Metro Valencia, con la prensa, con todo el mundo. Al pie de la estación, Francisco Barat era uno de los más enojados. Rememoraba el accidente que sufrió el 10 de diciembre de 2003. Ni siquiera es el siniestro más reciente: en 2005 chocaron también dos convoyes entre Torrent y Picanya, dos de las estaciones de la línea 1. Barat llevaba en sus manos dos grandes fotocopias con periódicos del día de su accidente, y una carta con sello oficial. "Me enviaron disculpas por lo ocurrido y cuatro billetes de metro como compensación. Sólo he podido volver a subir una vez. Por el miedo", asegura.

La sombra de un atentado, totalmente descartada por las autoridades y los cuerpos policiales, estaba también presente en la mayoría de las conversaciones. Es también habitual en este tipo de siniestros, algo que el intelectual italiano Umberto Eco ha bautizado como la teoría de la conspiración. "Mañana nos dirán que es un atentado", decía uno de los pocos viajeros del trayecto entre Torrent y Valencia Sud. "Cualquier cosa es posible".

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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