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Columna
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Entre fracasos y despilfarros

Como dije hace quince días en estas páginas, el PP valenciano va a centrar buena parte de su campaña electoral de cara al 2007 en el peligro que supone para los valencianos el "catalanismo". Después que el consejero Font de Mora anunciase en las Cortes Valencianas que si EU-Entesa gobernase, pondría una señal a los niños que hablasen castellano en el colegio -una "estrella amarilla" como hacían los nazis con los judíos- el presidente Camps se fue a Riba-roja a advertir a sus fieles del peligro que supondría un Consell formado por socialistas y otros partidos de izquierda y nacionalistas. "Delante de nosotros hay un batiburrillo en el que van cogidos de la mano el PSOE y grupos radicales. Estos partidos son adversarios del futuro político de la Comunidad Valenciana y de España". ¡Ahí queda eso! ¿Qué t'ha paregut, morrut?. El presidente provincial del PP de Valencia, señor Alfonso Rus, contribuyó a alertar a la concurrencia de que "la unión de todos estos va contra nosotros. Son los que quieren los Països Catalans". ¡Vaya por Dios!. Volvemos a las andadas. Cuando la transición, al perder las elecciones de 1977 en el País Valenciano, la derecha indígena representada por los altos jerifaltes de la UCD, falta de un proyecto político para este pueblo, echó mano del discurso anticatalanista promovido por el franquismo residual y lo hizo suyo. Contribuyendo así a provocar el enfrentamiento entre los valencianos. Es lo que, por lo visto, pretenden de nuevo estos muchachos del PP con el fin de distraer la atención de sus fracasos después de tres legislaturas al frente del gobierno de este país. Fracasos y despilfarros.

Fracaso, por ejemplo, de una política económica basada en el fomento de la construcción especulativa y abandono de la economía productiva. Lo expuso con toda claridad el presidente de la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE), Francesc Pons, en una magnífica y documentada conferencia pronunciada en el Aula Magna de nuestra vieja y querida Universitat, en acto organizado por la también veterana Real Sociedad Económica de Amigos del País. (El 14 de este mes de julio cumplirá el 230 aniversario de su fundación en 1776). El presidente de AVE, basándose en datos estadísticos ofrecidos en pantalla ante la audiencia, puso blanco sobre negro la diferencia entre la verdadera y preocupante realidad económica y el triunfalismo a que nos tiene acostumbrado el señor Camps y sus consellers. Y dio la voz de alerta a nuestros dirigentes políticos. Veremos con qué éxito.

Fracasos, sí. Pero también despilfarros. No sólo en las inversiones faraónicas en el sector del ocio, fruto de la megalomanía de aquel político con mentalidad de nuevo rico que todos conocemos sino también en el campo de la cultura, por ejemplo. El pasado sábado, en estas páginas, se publicaba un Manifiesto contra la mala gestión cultural y el consiguiente despilfarro, poniendo como ejemplo lo que está sucediendo con la puesta en funcionamiento del Palau de les Arts. Encabezado con las firmas de dos ilustres músicos valencianos, Llorenç Barber y Carles Santos, y con la adhesión de numerosas personalidades y asociaciones culturales valencianas pertenecientes al mundo de la música, las artes escénicas, el adiovisual, la producción literaria, etc., el Manifiesto se propone informar a la ciudadanía del "atentado moral, caro hasta el fraude, que supone el cotidiano simulacro del Palau mal llamado de les Arts". Después de acusar al Consell de "querer convertir les Arts en acotado parque temático donde -como en Disneylandia- amontonar tierras míticas a mansalva", añade: "Valencia y los valencianos ya no somos -si es que alguna vez lo fuimos- un atajo de alelados a los que un Deus ex machina nos viene a vender la moto por lo que brilla, sino un país de ciudadanos informados y críticos, que ni tragamos ni nos dejamos manipular por la lógica de las conciencias apaciguadas que destila tan manido discurso de carcomido poder... El genial Calatrava, como también nosotros, nos merecíamos mejor suerte y más barata burla. ¿Dónde está esa dinamización cultural de la ciudad al margen de sus ciudadanos y artistas?". Y acaba el Manifiesto con estas palabras: "No otorgamos la más mínima confianza a quienes han conducido hasta aquí tan despilfarrador disparate". Pues eso.

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