El alcalde cuestionado
Nieto e hijo de maestros, Sánchez Monteseirín (La Rinconada, 48 años) siempre se ha considerado un corredor de fondo que consigue sus retos sin prisas pero sin renunciar a nada. De estas cualidades no ha dado ejemplo en este mandato, marcado por más sombras que luces, más improvisación que templanza, más ansiedad que sosiego. Sólo así se explica la solución que arbitró en el escándalo que supuso el realojo de Los Bermejales o los bandazos en algunos proyectos al socaire de las quejas de tal o cual colectivo. Las facturas falsas y la sensación de hartazgo ciudadano ante la sucesión de obras, calles cortadas y atascos día tras día son su peor cartel.
A su favor, tiene la aprobación del PGOU y operaciones puntuales como Cruzcampo, Abengoa o el avión militar A400 M, con las que Sevilla preserva un potente tejido industrial sin coste urbanístico. Las actuaciones del Plan de Barrio -especialmente en el Polígono Sur como modelo de lucha contra la marginalidad- y una potente y solventeoferta cultural completan sus avales.
Vecino de Triana y médico de profesión, algunos de sus más estrechos colaboradores dicen de él que parece diseccionar la realidad como en una mesa de operaciones. Se afilió al PSOE a los 18 años. Desde entonces, tras una juventud comprometida, fue alcalde de Burguillos, presidente de la Diputación y primer edil sevillano. En su despacho de alcaldía, saluda todas las mañanas la foto de su padre -su gran referencia- para que se sienta orgulloso de que su hijo es el acalde de Sevilla. "A Sevilla hay que quererla con todas las letras. Es lo más bonito", dice.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.