_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Perdedor

Manuel Vicent

Frente al nuevo diseño de los jóvenes españoles que estudian en las universidades de Europa y Norteamérica, que viajan por todo el mundo e imponen la evidencia de pertenecer a un país moderno y lleno de vitalidad, existen actitudes castizas, que le dan a España un aire rancio todavía. Esa dicotomía se ha visto muy clara entre los hinchas del equipo nacional en el Mundial de fútbol en Alemania. Esta vez la bandera española, cuya asta ha servido en muchas ocasiones para aplastar el cráneo de los demócratas, ha cohesionado el entusiamo general en los momentos de triunfo. Todos los hinchas sin distinción de origen, edad e ideología gritaban y bailaban dentro de la misma euforia. Al ver las oleadas de jóvenes alegres, bravos, ruidosos, bien alimentados, con la cara pintada con los colores de la tribu, uno imaginaba en ellos a las nuevas generaciones de españoles, equiparables con ventaja a las del país europeo más avanzado. Pero he aquí que en medio de tanto esplendor en la hierba estaba el ineludible Manolo el del Bombo, como portador de los valores eternos del tocino de la patria. Y para hacer el asunto aún más siniestro algunos aficionados al fútbol iban disfrazados de toreros, otros seguidores llevaban puesta la montera y por todas partes se veían banderas españolas con la figura estampada de un toro negro. Ignoro si ese morlaco representa la bravura de nuestros jugadores o el destino del equipo contrario, al que se espera estoquear. En todo caso conviene recordar que el toro de lidia en España es un perdedor nato. Para empezar este animal sale a la arena convenientemente manipulado, drogado, afeitado y deslomado. Debido a eso se suele caer muchas veces durante la faena y hay que levantarlo tirándole del rabo. Sin duda, el toro es un animal noble y muy bello, que al principio sale a la plaza queriendo comerse al mundo, pero a los diez minutos ya se ha convertido en una piltrafa. Cuando en cualquier manifestación política o deportiva veo banderas españolas con la estampa del toro de lidia no pienso en ningún triunfo, en ninguna hazaña, sino en las imágenes que conducen a una inminente derrota, en la suerte de varas, en las sucesivas estocadas y descabellos, en el verduguillo y en el arrastre bajo un clamor de insultos. Hay que sacudirse esa suerte de encima. Si un día desaparece el casticismo de Manolo el del Bombo y los símbolos taurinos pasan al desván de nuestra historia, el equipo nacional alcanzará la modernidad, que es la primera gran victoria.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_