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Crónica:Tenis Torneo de Wimbledon
Crónica
Texto informativo con interpretación

Nadal despide a Agassi

El jugador manacorí destila un juego solvente y agresivo para sellar el último partido del estadounidense en la hierba londinense

Jordi Quixano

Camaleónico y tremendamente incisivo. Sobre la moqueta verde del All England Club de Wimbledon, Rafa Nadal destiló ayer un juego tan plástico, tan exigente y tan preciso que acabó por desmoronar a Andre Agassi, que se arrastró elegantemente en su ocaso tenístico con 36 años. El español selló la victoria por 7-6, 6-4 y 6-2, en poco más de dos horas, con un saque directo y se apresuró a subir a la red para dar la mano al estadounidense, que no sin esfuerzos contenía las lágrimas. Agassi le estrechó la mano y le regaló, a modo de felicitación, varias palmaditas en la espalda. Nadal, consciente de la inminente retirada de su rival en el próximo Open de su país, entre sincero y tierno, le susurró al oído: "La verdad es que he jugado muy bien. Me ha entrado todo". Para Nadal, sí, fue un partido perfecto.

Agassi plantó batalla al principio al aguantar el original juego desde el fondo de la pista que le ofreció Nadal. Pero tampoco se prodigó en exceso el enérgico Agassi, ése que devoraba la pista con pasos cortos y cabeza alta y que resolvía los puntos con golpes eléctricos. Entre otras cosas, porque la piernas ya no le aguantan para responder a las exigencias del juego que impone el zurdo mallorquín. Pero el norteamericano logró mantener a duras penas su servicio al superar siete puntos de break y estiró el set hasta la muerte súbita. Pero Nadal, cuando parecía superado, abatido por haber desaprovechado tantas opciones, volvió a demostrar que no sólo es coraje y garra, que también tiene una cabeza privilegiada para sobreponerse a las adversidades. Un passing-shot cruzado tras un genial drive en carrera le otorgó el set. Duro golpe para Agassi; excelente reconstituyente para Nadal.

El manacorí, entonces, se adaptó magistralmente a la hierba, a la superficie que más se le resiste. Y se tornó invencible. Empezó a flexionar las rodillas para rescatar y devolver con veneno el revés cortado de Agassi; solventó sin contratiempos su saque, que varió inexorablemente para incomodar la mejor faceta del norteamericano, el resto, y optó por desdeñar su drive liftado para, por poco que la pelota rebasara en altura su cintura, soltar latigazos planos y profundos. Si Agassi lograba responderlos, con suaves boteprontos más que con otra cosa, Nadal finiquitaba el punto a mitad de la pista. Pero lo que mejor hizo Nadal fue apropiarse de la técnica de Agassi para restar: adelantarse un par de pasos a la hora de responder al servicio del rival para poder atacar la pelota en su cénit de altura y, de paso, evitar que el ángulo de la bola, tras el bote, se abriera demasiado. Así le rompió dos veces el saque en el set.

Nadal probó en la última manga el golpe a madurar, ese arma que quiere pulir antes de topar, caso de seguir pasando rondas, contra Federer en la final. El golpe consiste en dar, casi de cuclillas, un derechazo de abajo arriba que rompe la muñeca a última hora de izquierda a derecha. La bola, que siempre lame la línea de fondo, coge un efecto malévolo y se vuelve venenosa por la velocidad que toma y por lo poco que bota. Ante Agassi le salió a las mil maravillas. Pero ante Agassi le salió todo. "Ha sido mi mejor partido sobre hierba", sentenció después.

Nadal y Agassi se saludan tras haber concluido el partido que les enfrentó en Wimbledon.
Nadal y Agassi se saludan tras haber concluido el partido que les enfrentó en Wimbledon.REUTERS

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