_
_
_
_
Reportaje:Alemania 2006

El teorema de Messi

Argentina busca explicaciones a la suplencia del barcelonista durante el torneo y a que Pékerman se olvidara de él contra Alemania

A una semana de su final, el Mundial todavía no tiene una figura excluyente, ni un favorito claro, ni obviamente un campeón, pero sí tiene su enigma: nadie, en Alemania y mucho menos en Argentina, alcanza a explicarse cómo Messi, que llegó a la cita germana con la aureola de genio naciente y aspirante al trono de mejor jugador del mundo, pasó por el campeonato de puntillas, condenado a una suplencia eterna, apenas tenido en cuenta por José Pékerman, su entrenador. Y peor aún: no estuvo ni un segundo sobre el césped de Berlín el día de la eliminación ante el equipo local.

El asunto, que promete ser teorema estrella en las tertulias periodísticas argentinas en los próximos meses, no ha dejado de rondar cuanta charla congregue a un par de hinchas de la albiceleste desde el mismo momento en que Lehmann detuvo el último penalti a Cambiasso. Y cuenta con varias hipótesis como punto de partida.

Más información
Un banquillo en entredicho

La primera enfila directamente a la cabeza de Pékerman. Si desde el primer partido, y pese a que los resultados le acompañaban, se le cuestionó el escaso protagonismo dado al pibe del Barcelona, su decisión de no incluirlo en el encuentro ante Alemania quedará guardada en la historia del fútbol argentino en el mismo armario en el que reposan la expulsión de Rattín en Inglaterra 66, el dopaje de Maradona en Estados Unidos 94 o la tarjeta roja de Ortega en Francia 98, es decir, uno de esos hechos que, en el imaginario popular, torcieron el curso de los acontecimientos. Porque la opinión generalizada es que, con Messi en el campo, los penaltis no habrían sido necesarios.

Durante el Mundial, el cuerpo técnico argentino se preocupó por proteger a Messi y evitar que, si algo se torcía, fuera un chico de 18 años el receptor de los palos. Por otro lado, a ninguno de sus integrantes le pasó por alto la actitud de La Pulga cuando se negó a retirar la medalla de campeón de Europa con el Barça. "¿Cómo puede sentirse Frank Rijkaard, que quitó a Larsson y Giuly para darle el puesto?", se preguntaron. Educadores antes que nada, Pékerman y sus ayudantes pudieron decidir la suplencia de Messi como una ayuda para que pusiera otra vez los pies en el suelo. Esto no alcanza para responder a la pregunta del millón: ¿qué llevó a Pékerman a preferir a Cruz cuando Crespo avisó de que sus gemelos estaban agarrotados y sólo le quedaba un cambio? Su explicación resultó poco convincente: "En ese momento necesitábamos un delantero de área y Messi no lo es". Incluso, contradictoria: "Después de la salida de Riquelme, la idea era poner a los rapiditos". La hipótesis A sugiere que, simplemente, Pékerman se equivocó o, al menos, se apuró: con el empate, el cambio habría sido otro.

La hipótesis B es más complicada y encierra una dosis de maldad. Tiene que ver con la difícil o, mejor dicho, casi nula relación de Messi, un chico de carácter sumamente introvertido, con la mayoría de sus compañeros, incluidos los de su edad, que ejercieron de sparrings de los mayores durante el mes de concentración en Alemania. Una relación, por otra parte, no muy diferente a la que mantuvo hace un año durante el Mundial sub 20 de Holanda ni a la que suele tener dentro de la plantilla del Barça, aunque en este caso el trato cotidiano ha aumentado el conocimiento y mejorado su integración.

En el caso de la selección argentina, a esto se le suman los celos despertados en algunos históricos del equipo por el impacto mediático de Messi. Una y otra causa habrían generado un movimiento interno destinado a restar importancia al aporte del número 19 dentro del equipo. ¿Pudo dejarse influir Pékerman por los líderes del grupo? Es aquí donde a esta hipótesis le falla la demostración.

La tesis final, en cualquier caso, pesará para siempre sobre la espalda del técnico argentino. Nunca nadie sabrá qué pudo haber pasado en el estadio Olímpico de Berlín con Messi en el campo, pero para Pékerman la imposible solución del teorema será una losa. Será su Cruz.

Messi, en el banquillo durante un partido.
Messi, en el banquillo durante un partido.EFE

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_