Juego de identidades

La coincidencia de las exposiciones de Alix Lambert y Melanie Manchot en el marco de PhotoEspaña es una buena ocasión para acercarse a la obra de dos artistas prácticamente desconocidas en nuestro país, pese a contar con una obra y una trayectoria realmente interesantes. En su práctica artística, ambas utilizan indistintamente la fotografía y el vídeo dentro de un registro que puede definirse como documental construido o escenificado; situaciones construidas, en el límite entre la ficción y la vida real, mediante las cuales investigan los roles y los códigos sociales y sexuales, o de qué manera funcionan y se alteran nociones como las de identidad o intimidad en espacios de intercambio e interacción entre lo público y lo privado.

De Alix Lambert (Estados Unidos, 1968) se expone un reciente trabajo fotográfico titulado Cop series (2005). Las imágenes que componen la serie registran pequeños actos cotidianos de un agente de policía y su familia en su casa, durante un día de descanso: cortando el césped, remojándose en la piscina, inflando una colchoneta o comiéndose unos cereales en la cocina. Todo absolutamente rutinario, salvo por el hecho de que toda la familia lleva la cabeza cubierta por un pasamontañas y el propio agente lleva en casa el chaleco antibalas. Así, mediante el añadido de un sencillo elemento en el vestuario de sus personajes, se desestabiliza radicalmente el ámbito doméstico y familiar. También la noción de identidad se ve alterada, el rol profesional se impone en la imagen del individuo, extendiéndose a todos los miembros de la familia. Lambert construye, en esta rotunda y compacta serie, un complejo y sutil desplazamiento entre lo íntimo y lo social, la identidad y el anonimato, la familia y la profesión, la ternura y la violencia.

Melanie Manchot (Alemania, 1966) presenta una video-instalación titulada Security (2005), en la que ha filmado a siete guardias de seguridad de diferentes clubes de Ibiza en pleno día, a la puerta del local donde realizan su trabajo y con su vestuario habitual, mientras se desnudan completamente y se vuelven a vestir. Manchot ha elegido una profesión, portero de local nocturno, en la que son claramente visibles los signos de su autoridad y de su posición de poder: el cuerpo musculado, la pose rígida e hierática y el vestuario. Señas de identidad de las que obliga a desprenderse en el acto de desnudarse. Las miradas de los guardias denotan una compleja mezcla de pudor, inseguridad y vigilancia mientras se quitan la ropa. No asistimos a un acto exhibicionista, sino a la filmación de algo íntimo y ordinario pero en un espacio público y de trabajo. Líneas de separación, entre lo público y lo privado, entre fuerza y vulnerabilidad, entre lo íntimo y lo socialmente construido, que Melanie Manchot hace visibles, al mismo tiempo que construye su disolución.