Hacer decorados
El domingo pasado tuve la oportunidad de leer su suplemento (o debería decir publirreportaje) sobre la Expo 2008 a celebrar en Zaragoza y he de decirle que, sinceramente, esperaba ver, cuando menos, una opinión mínimamente crítica que complementara toda una retahíla de alabanzas basadas hoy por hoy en nada, porque todo lo que sabemos muchos zaragozanos de la Expo son costosísimas campañas de publicidad y declaraciones triunfales desde algunas instituciones.
Pero la Expo también es el azud del Ebro, ampliamente criticado desde grupos ecologistas y vecinales, o los pisos a 600.000 euros de Ciudad Expo, o el teleférico con su museo del Yeti, una de las cosas más estrambóticas que he oído en mi vida, o simplemente la desaparición del soto y huerta de Ranillas, una huerta con 800 años de historia a sus espaldas.
Eso sí, esas cosas se saben, pero no se hablan o se hace con sordina, como esta carta, de un zaragozano que piensa que en una ciudad se debe hacer paisaje, no decorados, y que, como tantas otras en tantos otros medios, a lo mejor nunca ve la luz.
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