Los políticos cambian de chaqueta

Los partidos mexicanos llegan a la elección presidencial del próximo domingo desgastados, escasos en ideas y faltos de credibilidad. Está claro que los problemas más agudos y evidentes se han dado en el histórico Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobernó México durante siete decenios hasta 2000, y en el izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD), sin olvidar que el conservador Partido Acción Nacional (PAN) ha sufrido un serio desgaste durante la legislatura que acaba el presidente Vicente Fox, agudizada por pugnas internas.

José Buendía, director ejecutivo de la Fundación Prensa y Democracia y ex diputado socialdemócrata, considera que entre "las cosas que más han desgastado a los partidos está la corrupción, los excesivos y sospechosos recursos financieros de los que disponen para la campaña y la pérdida de identidad, de rumbo, que es lo que permite que cualquiera pueda cambiarse de camiseta tan rápido como pueda, al ritmo de las encuestas... Es un hecho que somos una sociedad de partidos ricos y ciudadanos pobres. Los partidos gozan de ingentes recursos que han convertido la política en un buen negocio para los dirigentes".

Marco Rascón, fundador y ex dirigente del PRD, sostiene que su partido "está casi condenado a desaparecer si la presidencia la gana su candidato", Andrés Manuel López Obrador, quien, sin duda, "integraría a su Gobierno miembros de todas las alianzas que ha realizado, en especial una parte de los restos del priísmo". Rascón afirmó que con el ex priísta Leonel Cota en la presidencia perredista se acentuó la idea de que el PRD es una organización en la que caben tránsfugas del PRI como Arturo Núñez, José Guadarrama, Manuel Camacho Solís y Marcelo Ebrard, piezas importantes del equipo de poder del ex presidente Carlos Salinas, paradójicamente uno de los enemigos históricos del PRD.

Las crisis internas, no obstante, se cubren en el gobernante PAN. Los panistas no hablan de sus pecados en público; en una rara excepción, Fernando Aboitiz, responsable de la Delegación Miguel Hidalgo (área administrativa de la Ciudad de México), dijo en una entrevista con el diario La Jornada: "El PAN dejó a un lado sus principios para guiarse por una lógica de mercadotecnia, de ganar por ganar; es decir, a una praxis donde lo que vale son los resultados electorales, en un partido liderado por un grupo que cree que Dios lo mandó cambiar a México, y frente a todos los que están en su contra, hay que sacar la espada". En el PAN se han colado algunos dirigentes de la ultraderecha y también ex priístas como los ex ministros del Interior Diódoro Carrasco; de Energía, Luis Téllez, y de Comunicaciones, así como al ex presidente del PRI Genaro Borrego. Del priísmo salen a diario miembros contrarios a la candidatura de Roberto Madrazo, quien a su vez recibe el apoyo de los disidentes del pequeño Partido Alternativa Socialdemócrata, en plena crisis interna.

En el PRI, el choque entre Madrazo y la dirigente sindical de los maestros, Elba Esther Gordillo, hizo pedazos la antigua disciplina priísta. Madrazo, al imponerse como candidato, trató con desdén a importantes subgrupos dentro de la maquinaria priísta y a personajes históricos del partido, lo que provocó una masiva fuga de dirigentes. La propia Elba Esther Gordillo fundó un nuevo partido, Nueva Alianza, prácticamente sobre la base del sindicato de maestros, que cuenta nada menos que con un millón de afiliados. La orden de Gordillo es no votar al PRI de Madrazo, con lo que se cree que esos votos acabarán en las papeletas del PRD.

La historia de las fugas se reescribe a diario. Entre los últimos párrafos merece citarse la decisión de la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC), quien pidió a sus afiliados el voto para López Obrador, debido a que su candidato natural, el priísta Madrazo, se encuentra en el tercer puesto en las encuestas. "Ya no repuntará", afirmó el presidente de la CROC, Isaías González Cuevas, quien explicó que el respaldo al PRD es para evitar la victoria del PAN.