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Degradación en el centro

Muerte en zona de conflicto

Una mujer fallece apuñalada un día después de que vecinos denunciasen en vídeo el deterioro del barrio

Soledad Alcaide

Un grito irrumpió en la plaza Soledad Torres Acosta, a dos pasos de la Gran Vía. "¡Policía, Policía!", se lamentaba un hombre negro junto al quiosco. A sus pies yacía, desangrándose, una mujer de melena rubia, de unos 35 años. Después la policía informaría de que era ucrania y ejercía la prostitución. Según sus amigas, se llamaba Victoria. Acababa de recibir 14 puñaladas. Cinco de ellas en el pecho, tres en el cuello y una en la cara.

Moriría cerca de una hora después, en el mismo sitio, sin que sirvieran los esfuerzos por reanimarla de los sanitarios del Samur. Sólo un día antes, la Asociación Vecinal Barrio de Universidad había reclamado con un vídeo de denuncia la intervención del Ayuntamiento de Madrid para dar fin a la degradación de su vecindario, donde viven unas 5.000 personas y siempre han pululado prostitutas y mendigos. Pero desde hace dos años está tomado, dicen, por toxicómanos y traficantes de droga. El equipo de gobierno del alcalde Alberto Ruiz-Gallardón (PP) prometió en septiembre de 2005 un plan de regeneración del barrio que no llega.

Los vecinos protestaron colgando en la Red un vídeo con las imágenes cotidianas que viven: niños que comparten el parque infantil con indigentes que duermen bajo sus columpios entre suciedad y cartones de vino, hombres fumando crack, peleas, gritos, trapicheo de drogas y, por todas partes, personas tiradas en el suelo semiinconscientes. Y así noche y día. Pese a haber presentado, según cuentan, un centenar de denuncias tanto en comisaría como en la junta de distrito

La comisaría que les toca, la de Centro -la más grande de España, con 500 agentes- es también la que más delitos investiga de toda la ciudad. Desde ayer se encargan del asesinato número 33 de este año en la capital. En 2005 aumentó la criminalidad en seis distritos. Uno de ellos es Centro.

"Creía que le estaban dando puñetazos a la mujer, pero resulta que eran puñaladas", relató luego Juan Ignacio Fernández, que vive en el edificio de enfrente, mientras los sanitarios trataban de reanimar a la mujer. "Iba paseando con mi madre y comentamos que era un tío muy raro, porque le gritaba a ella: '¡Nunca más hijadeputa vas a fumar un cigarro del mío!".

El hombre que gritaba, un habitual de la calle, salió disparado. Delante de él caminaba tranquilamente otro hombre. Sería identificado después, ya detenido, como Manuel Córdoba García Consuegra, de 45 años y con una detención anterior por robo con violencia. Fuentes policiales afirmaron después que, junto a Victoria, había sido detenido por robar a turistas. En ese momento aparentaba ser un pacífico viandante, que llevaba una lata de cerveza en la mano derecha. Pero le delataba la sangre que le cubría esa misma mano.

Pasaban unos minutos de las siete de la tarde y los escasos transeúntes se sorprendieron cuando el hombre que gritaba increpó a Córdoba. Se enzarzaron en una riña y acabaron a golpes. A ellos se sumó otro amigo de la fallecida. Ambos se abalanzaron sobre Córdoba: le pateaban la cabeza, la espalda. Perdió sus gafas, la gorra y el bolso y su cabeza quedó aplastada contra una señal de tráfico.

Decenas de personas fueron agolpándose en este extremo de la plaza, paralizadas por la agresividad. Transcurrieron unos pocos minutos en los que volaron los golpes. Dos hombres trataron de separarlos, cuando uno de los agresores tomó impulso para descargar su cuerpo sobre Córdoba. Tras el impacto, una navaja salió volando por los aires y cayó a los pies de esta reportera. Alguien preguntó: "¿Por qué le pegáis?". Uno de ellos respondió: "¿Por qué no viene la policía? ¡Ha acuchillado a una mujer!".

La gente se giró hacia donde señalaba, el centro de la plaza, y descubrió que tres mujeres lloraban aguantando el cuerpo a su amiga. La mujer, que vestía camiseta roja y un pantalón pesquero, estaba ya cubierta de sangre. Cuando el fotógrafo de EL PAÍS se acercó, las amigas trataron de impedir que tomara fotos. Y eso desató las iras del resto de toxicómanos e indigentes, que se echaron sobre él. Apenas unos segundos después apareció la policía, que contuvo el conato de agresión. Esperaron la llegada de los sanitarios, que durante una media hora trataron de reanimar a la mujer. Sólo pudieron certificar la muerte de Victoria.

Junto al cuerpo sus amigas se lamentaban. Una de ellas, con evidentes signos de ebriedad, comentó con voz dulce: "Estábamos tomando [bebiendo] ¿sabes, cariño?". Y casi sin hacer pausa, su cara se puso roja, mudó su ánimo e increpó: "¡Pero tú, tú... ¿quién eres? Yo no puedo hablar de mi amiga". Y se dio la vuelta.

Otra mujer comentaba con un amigo: "Ha sido el Manuel". Después, ésta explicó que el asesino era el novio de la fallecida y sugirió la posibilidad de que hubiera sido un ataque de celos. "Le ha pedido un cigarro y se le ha echado encima, dándole puñaladas por todas partes", explicaba.

Algunos vecinos comentaron que este grupo de mujeres, junto a los dos negros que atacaron al presunto asesino, y otros hombres son habituales de la plaza. A veces beben, otras se prostituyen, pero son los menos peligrosos. En cambio, junto a la iglesia de San Martín, cuentan, se coloca el grupo de toxicómanos, que trapichea con drogas y se colocan con heroína y con crack. "La droga que venden aquí no es que sea mala, es que es veneno", comentó Tino, un vecino del barrio.

La asociación vecinal había denunciado el día anterior que los servicios sociales municipales no intervienen y dejan morir a los toxicómanos. Desde el Consistorio replicaron que es difícil llevarse de la calle a los mendigos que no quieren ayuda. El quiosco, cerrado desde hace dos años, es el punto de cita de este grupo, que bebe alcohol en la calle, con impunidad, según los vecinos.

Isabel Rodríguez, la presidenta de la asociación vecinal, explicó: "Ha venido la policía temprano y ha limpiado la zona de gente. Hacen lo mismo cada vez que salimos en la prensa quejándonos. Dentro de una semana estarán aquí otra vez". Pero se equivocó. Volvieron mucho antes, esa misma tarde.

"Se han pasado menos de un día sin que haya habido reparto de drogas. En el momento en que tienen mono, saltan a la primera", reflexionaba Maite, otra vecina. También Daniel quitaba hierro al asunto: "Ya hemos visto antes cómo se agredían entre ellos. Pero lo hacían rompiendo botellas de cerveza y pinchándose con los cristales. Luego venía el Samur y los atendía".

Los ánimos estaban exacerbados entre los vecinos. "Hace 30 años que esto pasa", afirmó Juan Ignacio. "No es cierto. Ha empeorado hace dos años", le replicó Jordi. "Ahora hay drogas duras y antes, no". Isabel Rodríguez se preguntaba: "¿Con esto el alcalde Gallardón hará algo? ¿Tiene que haber un muerto para que el Ayuntamiento intervenga?". Ya de noche, el quiosco se convirtió en un improvisado santuario, informa Susana Hidalgo. Los amigos de Victoria colocaron velas junto al vaso de plástico en el que bebía cuando fue atacada.

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Sobre la firma

Soledad Alcaide
Defensora del Lector. Antes fue jefa de sección de Reportajes y Madrid (2021-2022), de Redes Sociales y Newsletters (2018-2021) y subdirectora de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS (2014-2018). Es licenciada en Derecho por la UAM y tiene un máster de Periodismo UAM-EL PAÍS y otro de Transformación Digital de ISDI Digital Talent. 

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