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La pasión por la belleza barroca de Andrés Serrano llega al Artium en una retrospectiva

El museo presenta la primera gran antológica en España del fotógrafo neoyorquino

La biografía de Andrés Serrano (Nueva York, 1950) respira por cada una de sus fotografías, marcadas por su voluntad de retratar la vida en toda su crudeza, desde un compromiso que él no considera político, pero que le ha acarreado la persecución de grupos conservadores. El Artium exhibe hasta el 8 de octubre la primera retrospectiva en España del artista neoyorquino, con una antología de las mejores imágenes de sus series más famosas, como las dedicadas a los flujos humanos, al Ku Klux Klan, a los sin techo o la titulada América, realizada después del 11-S.

Serrano es hijo de un marino hondureño que le abandonó de niño en Nueva York con su madre cubana, una mujer profundamente católica que no sabía inglés. Su infancia estuvo marcada por las visitas al Metropolitan Museum of Art de su ciudad, que impulsaron su vocación artística y la pasión por el Barroco de Zurbaran y Caravaggio. También conoció la realidad cotidiana del suburbio, las drogas, la pobreza, la enfermedad (su madre sufría ataques psicóticos), la marginación, en fin. Y, por último, su trabajo en una agencia de publicidad, cuando acababa de cumplir los 20 años, apuntalaron su preparación técnica.

Con estos mimbres, no extraña que los primeros resultados, en los 80, estén marcados por cierta crudeza plástica en la que destaca una visión crítica de la religión cristiana cuando el sida es ya una pandemia a la que el clero da la espalda. De 1987 es una de sus primeras creaciones polémicas, presente en la muestra: Piss Christ, un crucifijo inmerso en orina, realizado en un momento en que Serrano trabajaba también con sangre y semen.

Con Piss Christ también le llegaron las primeras amenazas, que continuarán durante el resto de su carrera. Quizá por ello, la comisaria de esta selección de 60 imágenes, Oliva María Rubio, ha titulado la muestra El dedo en la llaga: "Durante toda su trayectoria, Andrés Serrano ha inducido a la reflexión al abordar los asuntos más controvertidos y polémicos del convulso mundo en el que vivimos".

Pese a las críticas, el autor se embarcó a inicios de los 90 en dos nuevos proyectos en los que mantenía su denuncia de un país que no respondía a los tópicos del sueño americano. Serán dos series de retratos bien diferenciados, con sus riesgos correspondientes.

Religión

En Nomads, aborda los personajes que viven sin hogar, desde un enfoque que dignifica a esos marginados de ninguna parte: su cuidada presencia recuerda los retratos de burgueses europeos del XVIII.

Las fotografías de miembros del Ku Klux Klan no estuvieron exentas de riesgo. Serrano se marchó al Sur de EEUU para retratar a los protagonistas de una discriminación racial violenta que aún permanece. Acompañado por su experiencia en las calles neoyorquinas, realizó el trabajo con tranquilidad. "No tuve problemas. Era cuestión de paciencia", confesaba ayer a este diario el fotógrafo. "Salí de Nueva York con un contacto y me dediqué a esperar su confirmación. Cuando el primero del Klan me dijo que sí, se fueron sumando los otros, hasta con ganas", recuerda.

Los racistas con sus capuchas se muestran en el Artium muy cerca de los protagonistas de The Church, su serie dedicada a la religión católica, realizada entre París, Roma y Venecia, en la que se advierte, con claridad, la pasión del fotógrafo por la religión católica, en especial por el aspecto más barroco y misterioso de su imaginería, que desvela su devoción por la belleza que ofrece la puesta en escena. No hay improvisación en ninguna de sus imágenes: los comentaristas de su obra recalcan que hasta el último pliegue de un traje tiene su intención.

La exposición incluye parte de series en las que muestra su veneración por el retrato provocador del cuerpo humano, como The Morgue, Budapest, The interpretations of dreams o A history of sex, con imágenes de gran belleza plástica, en las que no faltan guiños divertidos que quizás expliquen las palabras de Serrano en la presentación ayer de esta retrospectiva: "Soy un artista de la gente. Mi arte no es un discurso sobre la historia del arte, trata sobre la vida. No es provocativo, es humano".

Esta frase resume la serie que cierra el recorrido de El dedo en la llaga, la titulada América, conjunto de 117 retratos que surgió tras los atentados del 11-S, a la que ha dedicado tres años de trabajo. En total, son 117 retratos de personajes populares (B.B. King, Vanessa del Río, Arthur Miller,...) y desconocidos (muchos de ellos, amigos y conocidos del autor) que responden a la idea que el artista tiene de su país: "Atacaron porque odian América, pero América puede ser muchas cosas: pobres, ricos, conocidos, desconocidos. Alguien me preguntó por qué no aparecía yo en la serie. Le respondí: 'Este grupo de fotografías es mi autorretrato".

La exposición es una coproducción con Tecla Sala de L'Hospitalet y PhotoEspaña.

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