Portugal gana al paso
México, pese a su derrota y a su juego caótico, se clasifica por el bajo nivel del grupo
A Ricardo Lavolpe, jugando con las guías del bigote, no se sabe qué le estaba poniendo más nervioso: el resultado desfavorable, el rendimiento de su equipo o el primer gol de Angola a Irán. Las tres cosas eran para perder la calma. Un gol más del equipo africano en el otro partido bastaba para decir adiós al Mundial. Porque México no estaba siendo capaz ni de igualar con una selección de Portugal llena de remiendos y sin apenas tensión, en la que Deco sonreía en el banquillo mientras hablaba por teléfono móvil.
Triste juego, el mexicano. Triste modo de mantener el aliento en el campeonato. Beneficiado por el subterráneo nivel del resto del grupo. Aliado a la contabilidad, pero tan lejano del fútbol con ideas. Además, Bravo falló un penalti en el segundo periodo y, cuando aún restaba media hora para el final, Luis Pérez fue expulsado por fingir una caída en el área.
RESULTADO
Portugal 2 -México 1
México juega sin ningún plan ofensivo. Ataca porque le toca, al azar, pero sin una estrategia definida. Para defender, en cambio, sí tiene una estructura muy clara. Sirva de ejemplo que Márquez cumple un papel esencial en la retaguardia. Pero irrelevante en la creación. Su tanto, el mexicano, fue a consecuencia de un córner. Fonseca cabeceó bien, picado. Pero Ricardo reprochó a sus defensas, con razón, que a ninguno se le había ocurrido cubrir el poste por donde entró el balón.
El gran problema del conjunto mexicano es el centro del campo. No existe. Ayer, no estuvo Zinha en el césped hasta el segundo periodo. Tampoco Torrado. La responsabilidad del juego recayó en Pardo, un veterano interior derecho. Mal asunto.
Visto lo visto, a los centroamericanos les va mejor cuando se olvidan de los centrocampistas. Total, no les sirven para nada. Al contrario, les estorban. Si consiguen trasladar la pelota -da igual de qué forma- hasta el área rival, entonces sí crean peligro. Ahí están Bravo o Fonseca, rápidos y con vocación de buscavidas. Ambos tuvieron varias oportunidades muy buenas. Porque México, y es una curiosa paradoja, crea peligro con relativa frecuencia. El asunto, es que nunca se sabe muy bien a consecuencia de qué.
Portugal, que se encontró con dos goles de ventaja muy rápido, fue desentendiéndose del partido conforme los mexicanos trasladaban su ansiedad al césped. La diferencia en la motivación entre ambos combinados era muy grande. Los jugadores de Luiz Felipe Scolari ya estaban clasificados y encima abrieron una brecha en el marcador muy rápido. Los de Lavolpe corrían el riesgo de quedar apeados del torneo en un grupo en el que ocupar la tercera plaza era un delito.
El primer gol de los portugueses fue la mejor jugada de todo el partido. Una antítesis completa de los modos habituales de su rival, que es incapaz de hacer una jugada limpia. Simao fue el protagonista del tanto. Bueno, del tanto y de casi todo lo que hicieron ofensivamente los portugueses. El capitán del Benfica dejó en el punto de penalti un balón franco a Maniche que sólo debió rematar. No mucho después unas manos de Márquez fueron sancionadas con penalti. Simao marcó y Portugal se pusó en stand by. México tomó la iniciativa. Con lo que eso supone. Todo se volvió confuso y alborotado. En esos minutos, Bravo falló un penalti disparando muy alto.
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