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Reportaje:Junta de accionistas del Santander

Botín arremete contra el corsé a las empresas

El presidente del Santander pide ante los accionistas una reflexión sobre los excesos normativos

Íñigo de Barrón

Libertad de mercado en las normas internas de las empresas. Frente a la tendencia actual de controlar el comportamiento de las sociedades, capitaneado por la Comisión de Valores, Emilio Botín, presidente de Grupo Santander, pidió ayer "autorregulación, de acuerdo con la libertad de organización que debe presidir la actuación de las empresas" y que "los accionistas y los mercados juzguen". Botín, que presidió la junta de accionistas en Santander, anunció que el banco tendrá un beneficio neto de 7.000 millones de euros en 2006, lo que supone ganar un 12% más que en 2005, y el doble de lo alcanzado hace dos años.

El presidente del primer banco de la zona euro intentó animar a los accionistas, que este año han visto cómo ha caído un 4,75% el banco en Bolsa, con el anuncio de un primer dividendo en agosto con cargo a 2006 un 15% superior al del año pasado.

Parte de la oposición a las reglas de buen gobierno se debe al coste que generan
Los analistas castigan a la entidad porque creen que pagará con títulos los bancos que compre
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Botín no ocultó su malestar por la corriente reguladora sobre las empresas, liderada por la CNMV. Ante las críticas lanzadas por el responsable del regulador de los mercados, Manuel Conthe, Emilio Botín destacó que el Santander "ha estado siempre en vanguardia en gobierno corporativo" y citó la eliminación de blindajes, el principio de "un accionista, un voto" y la información sobre los sueldos de los consejeros y ejecutivos que facilita la entidad. El presidente gana tres millones de euros al año y el consejero delegado, Alfredo Sáenz, 7,16 millones. Botín pidió que la información de las empresas cotizadas fuera "amplia, veraz y transparente" y "dentro de ese marco, la autorregulación debe ser el hilo conductor".

Botín, considerado el empresario más influyente de España y cuya familia controla directamente el 0,70% del grupo, explicó por qué está en contra de normas iguales para todos: "Cada empresa es un caso distinto". "No comparto las críticas a la situación de las grandes sociedades cotizadas en gobierno corporativo. No tenemos nada que envidiar a los países de nuestro entorno", añadió.

Botín no ocultó que parte de su oposición a esta normativa se debe "a los elevados costes que supone" cumplir con ella. En la memoria de la entidad se informa de que el banco ha gastado 5,4 millones para cumplir la legislación norteamericana y 3,9 millones para informes legales de los supervisores. Botín dijo que 117 personas "se dedicaron a tiempo completo" a estas funciones. Además, la factura de la auditora Deloitte ascendió a 15,8 millones. Botín considera que esta regulación frena la salida a Bolsa de empresas, por lo que pidió "una reflexión sobre los efectos del exceso de regulación y sobre la necesidad de una mayor coordinación de los reguladores internacionales". El gobernador del Banco de España, Jaime Caruana, ha pedido lo mismo en su discurso de despedida.

Botín continuó con una perspectiva positiva del futuro. "2006 va a ser otro año excelente para el Santander. Los beneficios del primer trimestre han aumentado un 26%" y soltó uno de los grandes mensajes del día: "Nuestro objetivo es alcanzar este año los 7.000 millones de euros de beneficio, lo que supondría duplicar el que alcanzamos hace dos años". El año pasado logró 6.220 millones. Según sus cálculos, el beneficio ordinario, sin contar las plusvalías, sería de 6.500 millones en este ejercicio, frente a los 5.200 millones de 2005. Con estos cálculos en su mano, el presidente del grupo Santander anunció a la junta que el consejo había acordado pagar el próximo 1 de agosto un primer dividendo a cuenta a cargo de los resultados de 2006 un 15% superior al primero del año pasado.

Una buena parte de los accionistas pidieron explicaciones al presidente del banco sobre una cuestión clave del Santander: la diferencia entre lo que sube el beneficio, un 72% en 2005, y lo que se eleva el dividendo, un 25%. "La razón", explicó Botín, "es que para comprar el británico Abbey hicimos una ampliación de capital", es decir, pagó a los accionistas británicos con títulos del Santander y por lo tanto aumentó la base de capital y redujo la remuneración de cada título. La ratio que mejor refleja la situación es la del beneficio por acción, que subió un 36,8% en 2005 aunque los beneficios del grupo lo hicieran un 72%.

Botín ha optado por crecer pagando con acciones. Es su estrategia principal y le pasa factura. El mejor reflejo es la cotización en Bolsa, donde el Santander sube menos que competidores como el BBVA. Los analistas castigan a la entidad porque creen que puede seguir pagando con acciones los bancos que compre. En lo que va de año ha caído un 4,75% aunque en 2005 subió un 22,12% en Bolsa. El presidente del décimo banco del mundo insistió: "La cotización, que está en 10,62 euros, no refleja el verdadero valor del banco".

Para suavizar las críticas, se remontó al pasado y recordó que "la rentabilidad de la acción, incluido el crecimiento anual del dividendo, ha sido del 399% en los últimos 10 años frente al 267% del Ibex 35, lo que sitúa nuestros títulos en el puesto 12 entre las 100 mayores empresas del mundo". En respuesta a algunos accionistas, reconoció que "ha caído la acción, pero se debe al castigo que han sufrido los mercados en los últimos meses por el encarecimiento del petróleo y la situación internacional".

Pese a este castigo bursátil recibido, Botín insistió en mantener su estrategia de compras, aunque más matizada que en ocasiones anteriores. "Es igualmente necesario estar atentos a las oportunidades que puedan surgir creciendo con rentabilidad a medio y largo plazo. Nuestro objetivo no es crecer por crecer. Sólo realizaremos adquisiciones que creen valor para nuestros accionistas". En los últimos años el Santander ha comprado, mediante ampliación de capital, Banesto, el grupo portugués Totta, una participación en el Royal Bank of Scotland, el brasileño Banespa y el británico Abbey.

Los analistas alaban globalmente la política de crecimiento, pero critican que Botín no dude en firmar compras aunque no sean rentables desde el primer año (como es el caso del británico Abbey), lo que lastra el beneficio por acción. En febrero pasado, el primer ejecutivo anticipó compras. "El cielo es el límite", concluyó.

En ese terreno, Botín se enorgulleció de la adquisición del 19,8% del banco de Filadelfia Sovereing, por el que ha pagado 2.400 millones. Continuando en el continente americano, el presidente del Santander alabó, con más fuerza que en ocasiones anteriores, la división de Latinoamérica, "uno de los más claros soportes para el crecimiento futuro del grupo" y recordó que Brasil, México y Chile, donde están presentes, suponen el 75% del PIB de la región.

Otro de los destinatarios de las alabanzas fue Abbey, donde "los ingresos aumentan y se avanza rápidamente en la implantación de nuestra cultura". Botín dedicó unas palabras de felicitación a su consejero delegado, Francisco Gómez Roldán, "por esta magnífica operación".

Alfredo Sáenz, vicepresidente y consejero delegado, tuvo un discurso más optimista, con frases como "estamos en otra dimensión" y "esto sólo es el principio". Sáenz aseguró que la entidad estudia ya cómo organizar el banco para ganar dinero entre 2006-2010. Entre las fortalezas del grupo destacó que el 83% de los ingresos proceden de la banca comercial, con gran arraigo en Europa continental, Reino Unido y Latinoamérica, la amplia base de clientes, 66 millones, "lo que no sólo nos permite crecer más que nuestros competidores, sino mejor que ellos".

Emilio Botín, durante la celebración de la junta de accionistas en el Palacio de Exposiciones de Santander.
Emilio Botín, durante la celebración de la junta de accionistas en el Palacio de Exposiciones de Santander.JOAQUÍN GÓMEZ SASTRE

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Sobre la firma

Íñigo de Barrón
Es corresponsal financiero de EL PAÍS y lleva casi dos décadas cubriendo la evolución del sistema bancario y las crisis que lo han transformado. Es autor de El hundimiento de la banca y en su cuenta de Twitter afirma que "saber de economía hace más fuertes a los ciudadanos". Antes trabajó en Expansión, Actualidad Económica, Europa Press y Deia.

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