¡Arrepentíos, malditos!

Con un aparatoso traje a rayas rayano en lo gansteril, el bueno de El Loco de la Colina (TVE-1) le dijo a López Aguilar que en la justicia "ahora van ganando los malos", a lo que el ministro del ramo y gran dibujante contestó que no; su labor consiste en que los malos paguen. Era una noche de retribuciones y disfraces. En su muy pertinente reportaje Lecciones de Irlanda (Cuatro), Jon Sistiaga insistió en la cuestión palpitante planteada al final de todo proceso terrorista, el arrepentimiento. Un antiguo militante del IRA manchado de sangre en las manos, las manos que ahora enarbolan sólo un paraguas multicolor (el hombre es guía turístico), confesó que él no se arrepiente de nada, y ésa era la tónica dominante en las actitudes de los luchadores del Ulster, en uno y otro bando. También mostró Sistiaga los espeluznantes murales que siguen hoy en los muros de Belfast, con sus armas apuntando al viandante y sus encapuchados siniestros. Las mismas pintadas que aún no se han borrado en el País Vasco. ¿Pedirán los gudaris perdón por sus crímenes?

El Loco entrevistó después, en conexión con México, al subcomandante Marcos, que tuvo la humorada de afirmar que "los políticos mexicanos son unos comediantes las 24 horas del día" compareciendo él ante las cámaras con el rostro embozado (¿el velo zapatista?), gorra y traje militar y correaje. Marcos es un hombre culto y articulado, mucho mejor orador que los orates de ETA, y suele expresarse con imágenes no exentas de inspiración: "La política en México es la prostituta más cara que hay, y la más fea". Él sí se arrepiente, le reconoció a Jesús Quintero, de las muertes causadas al comienzo del levantamiento en Chiapas.

La tragedia repetida en clave de farsa. Buenafuente (Antena 3) llevó a su plató, vestidos todos como en los años setenta, a Pajares, Esteso y Ozores, que lanzan en DVD sus comedietas de la Transición, empezando por Los bingueros. La caspa, intacta; el humor, grueso (sobre el destape: "¿A quién no le gusta ver un chichi?", dijo Pajares). Otros que no se arrepienten.