La embajada española en Ucrania, protegida por la policía
La contundente victoria de España sobre Ucrania (4-0) en la Copa del Mundo de Alemania tuvo consecuencias inesperadas: el ministerio del Interior ucranio tuvo que reforzar la vigilancia de la embajada española en Kiev, la capital del país, para evitar posibles desórdenes tras la derrota de su selección en el primer partido de su historia mundialista.
Quizás debido a las precauciones del gobierno, la policía de Kiev informó ayer de que no se habían registrado incidentes en la Plaza de la Independencia de la capital, donde unas 2.000 personas siguieron el desarrollo del partido disputado en Leipzig a través de enormes pantallas instaladas para la ocasión. La versión oficial, sin embargo, difiere de la ofrecida por la agencia Interfax-Ucrania, que anoche informó de varios incidentes durante la proyección del partido, entre ellos, el lanzamiento de varias bombas de humo contra las pantallas gigantes. Además, la Berkut, la policía antidisturbios ucrania, tuvo que intervenir para poner fin a una pelea entre un grupo de hinchas, desalentados por la marcha del partido, siempre según la agencia.
La decepción de los aficionados ucranios, cuyo equipo iba perdiendo ya por dos goles cuando sólo habían transcurrido 20 minutos del encuentro, fue proporcional a la ilusión con la que el país había afrontado su debut en un Mundial: el gobierno de Ucrania había dispuesto izar las banderas nacionales en todos los edificios públicos del país para conmemorar la fecha. Además, en la mayoría de empresas e instituciones públicas se había decretado una jornada laboral reducida para que los empleados pudieran reunirse para disfrutar del partido: incluso los miembros del Gobierno se dejaron ver en un pub de la capital, dìspuestos a ver el partido. Hubo, eso sí, una autoridad que prefirió ver el partido en solitario: Víctor Yúschenko, el jefe de Estado ucranio y famoso líder de la revolución naranja, contactó por teléfono con el equipo para desearle suerte antes del partido y luego vivió su derrota desde la privacidad de su despacho.
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