... y siempre gana Alemania
Los anfitriones, en un partido muy intenso, se imponen al final a Polonia, que jugó mejor hasta quedarse con uno menos
Es difícil de igualar el nirvana patriótico que envuelve los partidos de Alemania. Una emotividad que emana de la grada y se filtra hasta el césped. Una vez allí, en la cancha, los jugadores alemanes transforman esa energía en una actividad constante, no siempre muy inteligente, para desesperación de su técnico, Jürgen Klinsmann. Pero funciona. Ayer estuvo a punto de fallar, pero la expulsión del polaco Sobolevski facilitó la tarea. Alemania ganó con un gol en el último minuto. Nada nuevo. Ya se sabe lo que dice el refrán... once contra once y siempre gana Alemania.
Polonia, casi con el mismo entusiasmo pero con algunas ideas mejores para añadir a la fórmula, le jugó de tú a tú y dio, contra pronóstico, una mejor impresión. Pero se acobardó al final. Le sobraron los últimos 10 minutos, en los que quedó atenazada por el miedo.
RESULTADO
ALEMANIA 1 - POLONIA 0
Los jugadores polacos, al margen de su entrenador, Pavel Janas, decidieron en una reunión tras perder contra Ecuador que debían enderezar el rumbo del equipo. E invocaron al grupo que representó a su país en 1982, en España, y que fue tercero. Quizá por esa comparación el planteamiento que consensuaron los futbolistas con su técnico recordaba a los de aquellas fechas: a veces se juntaban hasta cinco futbolistas en el área contraria. Siempre gente por delante del balón. Tipos rápidos, con mucha movilidad, como Zurawski, Smolarek o Jelen, para aprovechar la rigidez de Metzelder o del gigantón Mertesacker, los robóticos centrales de la selección anfitriona. El problema estaba en el remate. Varias veces Zurawski se quedó frente a Lehmann y se vio superado por el acertijo.
Alemania, sin apenas juego pero impulsada por su inercia peleona, también tenía sus ocasiones. Ninguna fruto de la elaboración de Ballack o Frings, que jugaron en línea, sosos, y se mostraron incapaces de ejercer de motor creativo durante todo el encuentro. La mejor fue justo al final del primer periodo. Podolski se quedó completamente solo, sin portero y a dos metros de la red, y cruzó demasiado el balón mandándolo fuera. Antes, Klose cabeceó sin ninguna oposición y con el meta Boruc batido, pero también le falló la puntería. Los dos delanteros son de origen polaco. De hecho, entre ellos hablan en la lengua de sus padres. No ayer, claro.
En medio del zafarrancho alemán, Ballack apenas tuvo nada que aportar. Incluso, en ocasiones, su vocación horizontal semejó una especie de amaneramiento en un choque lleno de defectos, pero no precisamente el de la autocomplacencia. Además, falló muchos pases, algunos de manera estrepitosa. Entre sus aportaciones, el saque de una falta que se estrelló contra la barrera. El rechace lo aprovechó Klose para disparar ajustado al palo, pero por fuera. En el bando polaco, cada nombre de ataque suponía una sorpresa interesante.
Como pasaban los minutos y el entusiasmo físico alemán no daba mucho resultado, Klinsmann hizo debutar a Odonkor, un extremo diestro muy ofensivo de origen africano. Poco después sentó a Podolski y confió en el veterano Neuville. Pero, realmente, lo que más contribuyó a que los polacos retrasasen las líneas fue la expulsión de Sobolevski. Interrumpido el circuito eléctrico del mediocampo polaco, Alemania tuvo dos clarísimas ocasiones consecutivas: una tras un eslalom dentro del área de Lahm que detuvo Boruc e, inmediatamente después, otra de Borowski. También acabó rechazada por el meta.
Los últimos diez minutos, Polonia se acomplejó. Poco a poco se encogió por la obligación autoimpuesta de defenderse, dar por bueno el resultado y agradecer que nada se moviera hasta el final. Tenía un jugador menos. Jugaba contra Alemania. Demasiadas dificultades.
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