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El futuro de Cataluña

Melancólico Carod

Enric Company

Los esfuerzos inútiles conducen a la melancolía y eso es lo que parece definir mejor el actual estado de ánimo del líder de Esquerra Republicana (ERC), Josep Lluís Carod. El largo esfuerzo dedicado a la reforma del Estatuto ha resultado inútil, por no decir negativo, desde el punto de vista de Carod y de su partido. El eficaz orador que es Carod protagoniza en la campaña del referéndum unos mítines en los que está muy lejos de aportar el brioso ánimo que en anteriores campañas contagiaba entusiasmo a los suyos.

Si se mira bien, difícilmente podía ser de otra forma. Carod vive el resultado final del largo combate político sobre la reforma del Estatuto como una derrota política. Y no lo oculta. Ayer lo dijo con todas las letras, en una conferencia de prensa: "Hemos sido derrotados". Carod define el proyecto de Estatuto aprobado el 30 de septiembre de 2005 por el Parlament como "un punto de encuentro entre autonomistas e independentistas". Pero, una vez "cepillados" del proyecto los elementos que ERC estimaba como avances federalizantes, se acabó la alegría. "Estamos sin ilusión porque vamos a votar no", explicó.

Las sonrisas de satisfacción que los dirigentes políticos prodigan estos días "son vacías", dijo, porque al referéndum "se va sin ilusión" incluso entre los partidarios del sí.

En una proporción imposible de precisar, la melancolía de Carod procede también de que la derrota sufrida por Esquerra en la batalla del Estatuto ha significado el fracaso de fuertes apuestas políticas que él había impulsado y con las que estaba muy identificado: la confianza en un giro federalista en el PSOE, personalizado por José Luis Rodríguez Zapatero, y la alianza de las izquierdas en Cataluña, que ha encabezado Pasqual Maragall.

El resultado provisional de estas apuestas es ahora más bien magro y esto se trasluce en la actitud de Carod. El primer Gobierno de izquierdas en Cataluña desde 1939 no ha podido agotar la legislatura cuando todas sus políticas están a medio cocinar. Ayer denominó esta etapa como "bienio de izquierdas", lo que sugiere que prevé otra calificación ideológica para el futuro gobierno de la Generalitat. El martes dijo que el Estatuto se ha llevado el futuro político de Maragall, pero da toda la impresión de que se barrunta que la oleada le alcanza también a él.

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