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Columna
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Cañizares

Escupen por la comisura de los labios con maestría aprendida. Que el escupir sea higiénico o antihigiénico, sucio o limpio, estético o antiestético, tanto da. Nuestros adolescentes escupen con la naturalidad con que escupen las imágenes de sus ídolos en cualquier estadio o en cualquier transmisión deportiva. Cuando se les afea su comportamiento, miran extrañados al adulto que verbalmente les corrigió. Por banal o trivial que parezca, el escupir tiene su miga sin duda, y desconocemos de momento si la maestría en el lanzamiento de las segregaciones bucales será un epígrafe en los contenidos escolares de esa asignatura bautizada como "educación para la ciudadanía y los derechos humanos" que va a llegar de inmediato. Una asignatura que les va a ocupar a ellos, como podría ocuparles a los cámaras de televisión que, conscientes o inconscientes, transmiten tan dulces y educativas imágenes.

Insultan y menosprecian a un político de derechas como Ruiz Gallardón, aprovechando el poder de comunicación que tienen las ondas hercianas. Atizan el rencor y predisponen el ánimo para enfrentarse a quienes no comulgan con su ideología o comportamiento. A Gallardón lo abuchearon al grito de "Federico, Federico", el comentarista que lanza anatemas radiofónicos cada mañana, con más impunidad que escupe un adolescente, desde la cadena dependiente de la Conferencia Episcopal. Al ex ministro de defensa Bono, además de atizarle en la radio, intentaron atizarle con palos, gentes de la misma índole. Y es una pena, penita, pena, que nos corre en silencio por las venas. Porque quienes atizan el rencor ofenden la solidaridad y la sensibilidad de la inmensa mayoría de hispanos, a quienes se les encogió el corazón y apretaron los dientes ante todas y cada una de las víctimas del terrorismo. Desconocemos, por otro lado, si los que atizan el rencor, y no los escolares, deberán aprender de memoria, practicar y pasar una reválida donde se les exijan algunos de los contenidos de esa nueva asignatura para la educación de la ciudadanía.

Se enriquecen a la prodigiosa velocidad del rayo en plena tormenta del cemento. En la Moncofa litoral de urbanismo veloz y especulativo, los ediles vendieron a unos promotores 12.484 metros de propiedad municipal hace unos pocos meses. Le pagaron entonces al Ayuntamiento 140 euros por metro cuadrado. Ahora, uno de los promotores está vendiendo parte de esos antiguos terrenos de propiedad municipal a 810 euros el metro cuadrado. Y luego dicen que el pescado es caro. Eso es democracia, participación ciudadana, medio ambiente, igualdad, solidaridad y multiculturalidad, educación vial y otros contenidos previstos en la nueva materia académica, que tendrá carácter obligatorio y evaluable en nuestras escuelas. Pero no logramos distinguir si quienes necesitan de tan loable estudio y reflexión son nuestros adolescentes o una determinada clase política y empresarial.

Al cabo, enseñan más los ejemplos que las palabras sutiles, vino a decir Quintiliano, el preceptor de Trajano y uno de los primeros psicopedagogos más eficientes, anteriores a la promulgación de la Logse. También escribió que no es bueno dejar a los hijos en barbecho por pequeños que sean, que se han de nutrir de principios fundamentales y formación moral desde la más tierna infancia, como los nutrían antes de leche la nodrizas. Por eso uno desconfía de las asignaturas académicas sutiles como esa para la educación ciudadana que está en ciernes. Y quizás tenga mucha razón el reciente y ultraconservador purpurado de la Iglesia, el cardenal Cañizares, valenciano y con nombre de resonancias cervantinas, cuando indica que la educación, también se supone la ciudadana, es inseparable de la familia, y que la mencionada y prevista asignatura es una usurpación de la educación en la familia. En otros aspectos, digamos el mismo concepto de familia, se podrá ser discrepante con las opiniones del purpurado, Pero el ejemplo, y también el ejemplo ciudadano, se mama. Luego ya es demasiado tarde, se escupe demasiado.

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