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La Marina Baixa libera 45 millones de metros de suelo y triplicará su población en 15 años

La redacción de nuevos PGOU permite construir casas para un total de 450.000 habitantes

Diez de los dieciocho municipios de la Marina Baixa redactan nuevos PGOU. Los otros ocho desarrollan las urbanizaciones a un ritmo frenético. El actual censo de 175.000 habitantes se verá incrementado hasta alcanzar 450.000 personas dentro de 15 años, cuando se hayan desarrollado todos los planes. Pequeñas poblaciones como Orxeta multiplicarán por 20 su padrón, hasta alcanzar los 15.000 vecinos. Finestrat y Polop lo multiplicarán por seis, con 36.000 y 30.000 habitantes, respectivamente, y Callosa d'en Sarrià lo multiplicará por tres hasta llegar a 21.000.

"Un pueblo tiene dos posibilidades: crecer o desaparecer", dice el alcalde de Relleu
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Decenas de proyectos para construir

La presión urbanística no es ajena ni siquiera a los pueblos más pequeños del interior, como Tàrbena, Benifato o Beniardà. Todos ellos van a crecer urbanísticamente. La Marina Baixa inicia su transformación global más trascendental hacia todas las direcciones, una vez colonizada palmo a palmo la primera línea de costa. El planeamiento prevé que la extensión del cemento y el ladrillo llegue a las faldas del Puig Campana, Monte Ponoig, Vall de Guadalest, Serra Gelada, Río Algar y Aitana.

El ímpetu urbanizador ha llevado a los responsables políticos a proteger algunos enclaves naturales, que a partir de ahora se convierten en intocables, pero con la contrapartida de poder desarrollar la expansión en el resto del terreno.

La superficie que desde estos momentos y hasta que se aprueben los PGOU en proceso de elaboración estará disponible para ser urbanizada ronda los 45 millones de metros cuadrados, con la duda de los servicios e infraestructuras por resolver, principalmente la carencia de agua en una comarca marcada por el déficit hídrico.

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La fiebre planificadora de la mayoría de consistorios choca con dos casos peculiares, Altea y Benidorm. El primero tiene el PGOU más antiguo de la comarca, de 1982, duplicando el periodo natural de vigencia de este tipo de documentos. Benidorm está a punto de agotar lo previsto en el planeamiento y tampoco se plantea cambios.

El análisis de la política urbanística de la Marina Baixa no arroja ninguna diferencia en función de si gobierna el PP o el PSPV. El futuro de Finestrat, gobernado por los socialistas, es similar al del vecino Orxeta, del mismo partido. El concierto previo del PGOU por el que esta población pasará de 700 a 15.000 habitantes ha obtenido la luz verde de Urbanismo, en contra del criterio del PP local, que lo considera una agresión.

Por el contrario, Benidorm, gobernado por el PP, continúa con varios proyectos de urbanización encima de la mesa a los que se resiste a dar el empujón. La falta de una política común se constata al ver cómo mientras Benidorm ha protegido gran parte de la extensión de bosque a ambos lados de la circunvalación, entre la ciudad y Serra Cortina, Finestrat aprueba ahora su total edificación.

La aprobación de recalificaciones de suelo puede esconder múltiples intereses. Algunos municipios lo contemplan como una fuente de financiación necesaria para hacer realidad sus grandes proyectos y sanear a cambio de vender suelo las arcas municipales. En poblaciones turísticas donde se tiene que prestar servicios a una población que no paga impuestos se acentúa esta opción. En las poblaciones pequeñas existen argumentos diferentes. Según el alcalde de Relleu, Santiago Cantó, del PP, cualquier población del interior tiene dos posibilidades, o desaparecer o crecer. "Si no creces lo que tienes es población envejecida que muere, y lo que te queda es un pueblo fantasma. Eso es lo que no queremos".

El movimiento ecologista está debilitado en La Marina Baixa. El portavoz del Xoriguer, Jaume Vaello, afirma que "lo lamentable es que no se aprovechen los recursos naturales. Cualquier tierra es buena para construir sin tener en cuenta los ecosistemas". Carles Soler, portavoz de la Asociació Vent Pluig de La Vall de Guadalest considera que no hay coordinación entre los ayuntamientos, "si uno protege una montaña pero en otro término se urbaniza, no tiene demasiado sentido".

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