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El futuro de Cataluña

Unió no envía a ningún dirigente al mitin central de CiU

Los democristianos se ausentan del acto por su malestar con Mas

El malestar entre Unió y Convergència acabó ayer por hacerse patente en el mitin central de campaña de la federación nacionalista. Ningún dirigente democristiano asistió ayer al almuerzo popular con 800 personas en Taradell (Osona), en el que intervinieron Artur Mas y Jordi Pujol. Oficialmente Unió argumentó otros compromisos, enfermedades o celebraciones varias, pero lo cierto es que, como comentó un miembro de la dirección, las discrepancias entre socios se han acentuado esta campaña.

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El líder de Unió, Josep Antoni Duran Lleida, aparecía en las invitaciones como uno de los oradores pero justificó su ausencia por la presencia en Barcelona de la ministra de Asuntos Exteriores de Croacia, Kolinda Grabar-Kitarovic, con la que cenó en la noche del sábado y con quien coincidirá hoy en unas jornadas sobre el país balcánico. La portavoz de Unió, Joana Ortega, bebía hacer reposo por una lumbalgia, y el presidente del Consejo Nacional, Ramon Espadaler, por un pinzamiento. El secretario general, Josep Maria Pelegrí, tenía otro acto electoral, según fuentes de Unió, y la diputada y negociadora del Estatuto, Núria de Gispert, acudió a una boda.

Lo cierto es que ningún dirigente asistió al acto, ni los seis vicepresidentes que posee el partido, ningún parlamentario autonómico, diputado en el Congreso o senador. La representación democristiana se limitó a media docena de dirigentes comarcales de Osona y locales de Taradell.

Parece que Unió le pagó a Convergència con la misma moneda porque la asistencia de dirigentes convergentes en mítines de Josep Antoni Duran Lleida es más bien escasa. Además, las discrepancias entre Duran y Mas se han incrementado en esta campaña [véase EL PAÍS de ayer]. El líder democristiano disiente de la estrategia que sigue su compañero de filas, pregonando sus propuestas electorales para las autonómicas de otoño y loando la labor del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, durante la negociación del Estatuto en Madrid.

En el acto de ayer, Artur Mas y Jordi Pujol quisieron dar una lección de catalanidad a Esquerra. El actual líder de la federación apeló a los republicanos a seguir el "ejemplo" de Pujol, que nunca "rechazó", dijo, cualquier avance para Cataluña. "El nuevo Estatuto", proclamó, "entronca con la filosofía pujolista de "garantizar la continuidad histórica del catalanismo".

Jornada la de ayer cargada de simbolismo para el nacionalismo pujolista. Jordi Pujol subió por la mañana, acompañado por un centenar de simpatizantes de Convergència, a la cima del Tagamanent, aquella en la que se conjuró dedicar "su vida a Cataluña". Y en los discursos predominaron las apelaciones sentimentales al catalanismo y al patriotismo de CiU. Todo ello para confrontar el de CiU al no de un partido catalanista histórico como ERC.

Pujol reclamó el al Estatuto en nombre, dijo, "de la pasión por Cataluña, del enamoramiento al país y por la autoridad moral" que le confieren los 23 años al frente de la Generalitat. Alertó del riesgo de "ir demasiado deprisa" en la ambiciones de autogobierno. "No os dejéis tentar por muchos que apelan a falsos atajos o a aceleraciones intempestivas, porque crean desencantos, desánimos y frustraciones. Con el país no se puede jugar como si fuera las piezas de un rompecabezas.", afirmó como crítica a los republicanos. Por su parte, Artur Mas aventuró que será un Gobierno de CiU el que desarrollará el Estatuto.

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