Nueve sendas kársticas

Entre las localidades cordobesas de Cabra, Priego y Alcaudete, encuadrado entre los ríos Genil y Guadajoz, se extiende sobre más de 31.000 hectáreas el parque natural de las Sierras Subbéticas, una de las serranías olvidadas de la mitad sur peninsular. Un espacio lleno de contrastes geográficos y sociales, de contradicciones visuales entre el mundo salvaje y humanizado, entre lo agreste y lo domesticado, entre los picachos rocosos y las lomas vegetadas, entre la piedra estéril y la tierra fértil.

En este sureste de la provincia andaluza pervive un relieve accidentado de montañas medias donde su mayor altitud del pico Tiñosa (de 1.570 metros) se codea con laderas verticales y estrechos valles, donde un especial y espectacular conglomerado de grietas, cuevas, simas, dolinas y todo un enjambre de agujeros dan fe de los materiales calizos de los que se compone la serranía y de la actividad erosiva llevada a cabo por las aguas. Un paisaje kárstico que invita a realizar numerosas excursiones para acceder a sus peculiares parajes, entre los que merecen una detenida atención la sima de la Cabra, formada por un pozo vertical de 115 metros de profundidad; el lapiaz de los Lanchares, que muestra los típicos relieves acanalados, alargados y afilados de sus piedras erosionadas; las dolinas de los Hoyones; la cueva de los Murciélagos, o la fuente del río Cabra. Un panorama geológico en constante cambio, que altera y modifica su faz de manera caprichosa ante esas glebas calizas deshechas por las fuerzas de las corrientes de agua y viento.

Los arroyos Tijeras, Morisco, Palancar y Bailón son algunos de los que socavan las laderas de estos montes, regando sus frondas ribereñas ricas en álamos, sauces, almeces y alisos. Si el gris pertenece al mundo calizo, el verde es para una vegetación sureña cuyas savias pertenecen a encinas, acebuches, coscojas y madroños. Pero, ante todo, el manto vegetado de estos predios andaluces tiene en la mano humana su gran modeladora, porque son los olivares los que en mayor medida han colonizado estos suelos cordobeses.

La variedad de especies animales que ocupa el parque es muy importante, destacando entre los mamíferos una buena población de cabras monteses, además de jabalíes, zorros, lirones caretos, garduñas y los pequeños musgaños de Cabrera, entre otros. La avifauna más valiosa está formada por especies rupícolas amantes de picachos y cornisas, que asientan sus nidos en los altos escarpes rocosos más inaccesibles. Los más fáciles de observar son el halcón peregrino, chova piquirroja, alimoche, águila real y buitre leonado. También en el aire, pero del orden de los mamíferos y habitantes de la oscuridad en cuevas y simas, se cuentan en estos lares hasta 17 especies distintas de murciélagos.

La antigua ocupación humana en estas sierras está presente también con restos de la edad de Bronce y antiguos asentamientos romanos que incluyen entre su herencia una lápida calificada por algunos como una de las primeras señales de tráfico de la historia.

Las sendas señalizadas son una de las mejores maneras de conocer los principales rincones de las Sierras Subbéticas, de los que el parque natural cuenta con nueve. En el Centro de Visitantes de Santa Rita se obtienen todos los mapas e información necesarios.