'Stop' a los infartos

Valentí Fuster, director del Instituto Cardiovascular Mount Sinai de Nueva York y actual presidente de la Fundación Mundial del Corazón, realizó ayer una contundente y cerrada defensa del uso de la bicicleta como método preventivo de los problemas cardiovasculares.

Fuster, además, es aficionado al ciclismo de montaña. "Como todo, hay que saber dónde se puede y dónde no se puede practicar. Por ejemplo, no utilizo la bici en Nueva York porque no es una ciudad pensada para eso. Yo lo hago en verano, cuando vengo a pasar las vacaciones", explicó, y lo ilustró con algunas imágenes en las que se le veía subiendo un repecho.

La práctica del ciclismo, dijo, tiene claros efectos cardiovasculares: "Baja el colesterol, el azúcar y la presión arterial". Explicó que el ejercicio equilibrado de la bici contrarresta los problemas que se producen en las arterias en las que se forman los coágulos que provocan los infartos cerebrales y de miolcardio. Y añadió que la persona que lo práctica se mentaliza de la necesidad de cuidarse.

Con todo, Fuster señaló que, en su opinión, el principal efecto del ciclismo es que se trata de un potente antidepresivo y un buen método antiestrés: "Pedalear sobre una bicicleta libera unas endorfinas que producen la sensación de sentirse bien. Es un ejercicio físico profundamente antidepresivo, lo que ya es bueno en general, pero de forma muy especial en población de cierta edad con cierta tendencia al sedentarismo". Eso sí, con moderación, advirtió.