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Columna
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Madera de ébano

Las noticias trocean la vida en rodajas, como un salchichón. Y la sucesión de instantes discontinuos se consume sin captar su sentido. Dada la movilización general, lo de los cayucos de ahora parece más serio que aquellas pateras: la UE promete vigilancia y una universidad canaria ha ideado un sofisticado sistema de detección de las travesías. ¡Qué mezcla de empatía y escepticismo al oír reclamar a Gaspar Llamazares que no se militarice la inmigración africana!

Si pudiéramos apreciar el entero salchichón saltaría a la vista el cúmulo de ironías y repeticiones trágicas. La primera es que las zonas de donde salen los cayucos coinciden con las costas donde los barcos europeos buscaban sus cargamentos de esclavos. Uno de los principales enclaves de la trata era la isla de Gorea, justo frente a Dakar. Pero las reatas de esclavos venían del interior, afectando también a los actuales Malí, Burkina Faso, Níger, a la densamente poblada Nigeria y otros países del golfo de Guinea. Todos ellos proveen hoy de pasajeros a los cayucos. Desde el siglo XVI al XIX las naciones europeas alternaron su hegemonía en la trata de esclavos: ingleses y holandeses, después los franceses, algunos suecos y daneses. Españoles y portugueses traficaron desde el principio. También ayer los negreros contaron con la ayuda de sátrapas locales. Tampoco entonces era fácil superar la travesía del Atlántico: murieron cerca de dos millones de entre los doce y quince transportados.

Las ganancias revertían principalmente en Europa a través del llamado "comercio triangular": los hombres de negocios contrataban al capitán, armaban las expediciones, las proveían de mercancías de trueque para comprar los esclavos, se vendían en América y con los beneficios se compraba café, azúcar, tabaco, chocolate, etc. que se vendía en Europa: "No sé si el café y el azúcar son necesarios para la felicidad de Europa, pero sí... que estás dos plantas...están despoblando África para tener una nación que las cultive", escribió Bernadin de Saint-Pierre.

El Congreso de Viena condenó la trata en 1815, el tratado de Aix-la-Chapelle de 1818 la abolió; más tarde, de forma desigual, lo fue la esclavitud. Pero el expolio humano del África occidental siguió con los asentamientos coloniales. ¿Hay que recordar que Conrad publicó El Corazón de las Tinieblas en 1902? Cuando lo escribió el principal objeto de deseo era el marfil y no la avaricia de caucho desatada después de que a Dunlop se le ocurriera producir una rueda hinchable de bicicleta, justo a tiempo de la aparición del automóvil. Represión cruel para forzar las entregas de goma, trabajo esclavo en la construcción de las vías de comunicación, despoblamiento de amplias zonas tras la huida de la población... Se calcula que unos seis millones de personas murieron en el Estado Libre del Congo del rey Leopoldo II de Bélgica. Apenas hace cien años. En Malí conocí a Makalou, me contó cómo su abuelo había sido esclavo en la construcción del ferrocarril Dakar-Bamako. Elisabet, hija del vigésimo quinto rey de los Dan, uno de los subgrupos Lobi, me enseñó en Gagoua fetiches tocados con quepis: los que tallaban antes de partir enrolados a la fuerza en los tiralleurs du Sénegal para ser masacrados por decenas de miles en los frentes europeos de la guerra de 1914.

Aquel algodón que cultivaron a golpe de látigo hoy no lo pueden vender cubriendo los costes de producción (¡!), pero un tercio de la población de Burkina Faso vive de su cultivo y el 80% sobrevive con menos de 1,5 euros diarios. Sin las subvenciones el algodón de EE UU y de la UE costarían, respectivamente, dos veces y media y tres veces más que el precio mundial. Esas ayudas suponen grandes cantidades de algodón en el mercado y la caída de los precios. Oxfam ha calculado que las pérdidas por esta competencia desleal son superiores a la condonación de la deuda exterior de Burkina. Eso sí: el Pentágono ha diseñado para los países del Sahel la Iniciativa Transahariana Antiterrorista, dependiente del mando supremo de las Fuerzas de EE UU en Europa (Eucom), a la que piensa dedicar 100 millones de dólares hasta 2009.

No va a haber fragata que pueda con los miserables cayucos.

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