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Motociclismo | Gran Premio de Italia
Columna
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El gran 'Capi'

En el escalón más alto del podio sólo cabe uno, pero en el del Gran Premio de Italia disputado ayer en Mugello habrían podido ser más. "Hemos ganado los dos", dijo el ganador legal, Valentino Rossi, refiriéndose al segundo clasificado, Loris Capirossi. La fiebre mediática desatada por el campeonísimo de Tavuglia a veces parece hacer olvidar que existen otros hombres en liza, especialmente italianos. Si la pole de Sete Gibernau fue flor de un día, el segundo mejor tiempo de su compañero de equipo servía de aviso para navegantes. Su extraordinaria recuperación tras una mala salida, protagonizando una escalada fulgurante hasta las posiciones de cabeza, dejaba bien claro que Capirossi no sólo encabeza la tabla del campeonato por su regularidad. Termina todas las carreras, es cierto, y normalmente muy bien clasificado, pero lo que ahora cuenta es su capacidad de extraerle a la Ducati la quintaesencia para llegar a lo más alto.

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Para sorpresa de muchos, Capirossi es uno de los mejor situados en las quinielas del Mundial. Puede parecer un poco aventurado pensar que después de tantos años en la categoría máxima el italiano aspire a la corona "a su edad". Pero este simpático piloto, de reducida estatura (1,65 metros) y gran talla humana, va liderando el campeonato empatado a puntos (99) con Hayden. A sus 33 años -antes se estimaba como el punto óptimo de forma y experiencia para un piloto-, se le considera un veterano en estas lides, y son pocos los que resisten tanto tiempo al máximo nivel. Pero Capi no es un cualquiera.

Originario de Castel San Pietro, una población muy cercana a Bolonia, la tierra de Ducati, fue uno de los primeros pilotos considerados precoces: se proclamó campeón del mundo por primera vez siendo un mocoso, con greñas de apenas 17 años, la misma edad a la que Sete, su compañero de equipo, disputaba su primera carrera en la Copa Gilera de promoción. Capi cuenta con tres títulos absolutos y una trayectoria con más altos que bajos: dos veces campeón del mundo en 125cc (1990 y 1991), luego subcampeón (1993) y campeón (1998) en 250cc. Después de correr en 500cc con Honda para diversas formaciones privadas, incluido el equipo de Sito Pons, desde 2003 milita en la escudería Ducati como piloto oficial. Capirossi aceptó entonces un reto complicado: ayudar a desarrollar la moto con la que la marca boloñesa hacía su entrada en el Mundial de velocidad. En este sentido, y salvando las distancias, podría estar actuando como Michael Schumacher cuando se fue a Ferrari, entonces en horas bajas, tras ganar un par de campeonatos, para ayudar a la escudería mas carismática del automovilismo a reinventarse con el fin de afrontar las carreras con todas las garantías de triunfo. Porque las Ducati -como los Ferrari- son distintas, y para darse cuenta basta ver al menudo Capirossi dominar esa bestia de 235 CV y cuatro cilindros en V con distribución desmodrómica -especial sistema que le proporciona un sonido ¡único!- que es un manojo de nervios y vibraciones en el circuito.

En cualquier caso, las opciones al título se van a jugar en las próximas cinco o seis carreras, durante la ronda europea del Mundial. Rossi es mucho Rossi, pero el resto no dará fácilmente su brazo a torcer.

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