_
_
_
_

Unos 600 vecinos se manifiestan en la T-4 para pedir el cierre nocturno de Barajas

Los afectados denuncian el ruido "infernal" y el "insoportable" olor a queroseno

Daniel Verdú

Alrededor de 700 vecinos de los municipios afectados por el ruido y la contaminación de los aviones que operan en Barajas se concentraron ayer frente a la T-4 para pedir el cierre nocturno del aeropuerto. Los afectados son los 500.000 habitantes de municipios colindantes con el aeropuerto. Los manifestantes, además, denunciaron el "insoportable" olor a queroseno con el que conviven. La protesta fue convocada por la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos de Madrid (FRAVM) junto a la Asociación Española contra el Ruido de Aviones (AECRA).

Después de varios meses haciendo la guerra por su cuenta, los vecinos de los más de 20 municipios afectados por el ruido y la contaminación (unos 500.000 habitantes), se unieron ayer para pedir el cierre nocturno del aeropuerto de Barajas. Ésa, dicen, es la reivindicación más fuerte que comparten. Ayer fueron ellos quienes hicieron ruido.

Al mediodía, los centenares de personas que se habían dado cita a las puertas de la T-4 comenzaron a desfilar y a hacer todo el estruendo posible con sus pitos y cacerolas. La policía custodiaba la puerta de la terminal. Algunos, como los de la plataforma Pijamas en Acción, reivindicaban su derecho a dormir en paz vestidos con dicho atuendo.

"No podemos ni dormir, ni abrir las ventanas durante el día", explicaba Estela Oropesa. "El olor a queroseno es permanente", añadía. Varios denunciaban alergia y faringitis crónica provocada por la toxicidad del combustible.

Julián Moreno, uno de los portavoces de la protesta, reivindicaba embutido en su pijama tres puntos en los que todas las plataformas están de acuerdo. El cierre nocturno de Barajas, entre las 22.00 y las 7.00; un programa de seguridad externa al aeropuerto de Barajas; y la creación de una comisión, supervisada por el ministerio de Medio Ambiente, para la toma de decisiones relativas al aeropuerto. Respecto al primer y al tercer punto, Moreno aseguró que "son iniciativas que ya existen en otras ciudades europeas como Londres, Amsterdam o París".

Nora Margallo, que vive en la urbanización de Valtibañez, en el municipio de Paracuellos de Jarama, denunció que su casa está a sólo dos kilómetros en paralelo de una de las pistas de despegue, la 36-R. "El ruido es infernal, y no quiero ni pensar lo que será en verano, con todas las ventanas abiertas", se lamentaba.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Algunos vecinos denunciaron "la corrupción urbanística que hay detrás de este asunto" y por la que "algunos alcaldes están haciendo la vista gorda ante este problema", decía un manifestante de Paracuellos de Jarama.

Alrededor de la una de la tarde, los vecinos pactaron con la policía la entrada en la terminal de dos representantes de cada municipio con las pancartas de la cabecera de la protesta. Una vez dentro, y megáfono en mano, leyeron un comunicado que puso fin a la manifestación.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona en 1980. Aprendió el oficio en la sección de Local de Madrid de El País. Pasó por las áreas de Cultura y Reportajes, desde donde fue también enviado a diversos atentados islamistas en Francia o a Fukushima. Hoy es corresponsal en Roma y el Vaticano. Cada lunes firma una columna sobre los ritos del 'calcio'.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_