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Reportaje:ESCAPADAS

La laguna mítica de Montenegro

Una navegación por la bahía de Kotor, símbolo del nuevo país europeo

Cuando uno penetra en la laguna de Kotor, en Montenegro, siente que la historia se pasea en su versión más trágica y oscura por esta especie de fiordo adriático, bajo cumbres de mil metros. Dos torreones fortificados, a la entrada del golfo, advierten de que aquí la cosa de las armas ha ido en serio. Navegar sus 20 millas de meandros hasta la fortaleza medieval es como introducirse en el tímpano de un gigante dormido. La nave avanza suavemente para no despertarlo. A babor y a estribor, enormes huecos en la roca señalan los camuflajes de las patrulleras de Milosevic en la guerra de 1991. El presidente serbio movilizó a la Armada en aquellas fechas contra Croacia, pero también para atajar cualquier intento de secesión. El pasado 21 de mayo, más del 55% de los 670.000 montenegrinos votaron a favor de que su país se convierta en un Estado soberano, independiente de Serbia.

Fundada en el siglo V por rebeldes cátaros y colonizada en los siguientes por bizantinos, venecianos, otomanos y austrohúngaros, la fortaleza de Kotor es un escondite en el Adriático, un refugio de perseguidos, un nido de herejes al fondo de un estuario majestuoso y recóndito. Hay zonas en las que uno cree tocar los farallones con las manos. Hay otras zonas en las que el embudo se ensancha, y entonces una cúpula bizantina, en una isla, lanza un destello en la memoria junto a su inseparable cementerio en otro islote próximo. Solos en medio de la bahía y del pasado.

Entré por primera vez en Kotor en el año 2001. Lo hice a bordo de un barco muy especial, el buque-escuela Constanza, de la marina rumana, con un espectáculo de paz e integración mediterránea a bordo. Anochecía, y, varias millas antes del puerto, hogueras en las playas, sábanas blancas desde las terrazas, sones de claxon y volteo de campanas saludaron la arribada. Cuando la nave acostó en el muelle, un vía crucis de antorchas se elevó hasta una ermita cristiana y la fortaleza se iluminó.

Aislada en el sur

Antes de la batalla de los Balcanes había tres ciudades míticas, unidas por una carretera de ensueño sobre la costa dálmata: Dubrovnik, Split y Kotor. La división de Yugoslavia rompió este cordón umbilical. Kotor quedó aislada en el sur, para disfrute casi exclusivo de los burócratas de Belgrado y de las viudas de guerra, muchachas en la treintena con bebés a cuestas que muestran una incalificable tristeza en la mirada. Hacen la compra, se bañan en las aguas y beben cervezas y licores hasta el amanecer al ritmo del folclor serbio pasado por el tecno internacional. Miran y les encanta ser miradas.

Kotor es patrimonio de la humanidad. Baldosas medievales, esculturas retorcidas, pasadizos oscuros, escudos y frisos milenarios. Un lugar escondido e inimaginable en el Mediterráneo. Sus calles jeroglíficas encierran enigmas sin respuesta en torno a la poderosa catedral de San Trifón. La historia en su lado más terrible. Como si hubiera muros condenados a escenificar hasta el hastío el mismo acto de revancha, creación y locura.

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Seedorf Mandici, de 50 años, ex reportero, ex marido, ex yugoslavo. Hoy, restaurador de un antiguo convento-prisión que él ha convertido en un hostal gratuito para visitantes, un antro barroco decorado con desechos de anticuario, cuadros de dictadores, sacristías, maniquíes, cálices, celdas, misales, inscripciones... Aparecen jóvenes huéspedes con un clarinete y un acordeón. Son descorchadas botellas de vino espeso de la Macedonia griega. Desde la cocina llega el aroma de sopa de gambas y carne fuertemente sazonada. Aguantamos hasta el amanecer cantando canciones populares, tonaditas vagamente familiares.

El sol tarda en remontar las crestas de las montañas de Kotor. El primer haz enrojecido sorprende purgando el vía crucis hacia la ermita de San Lucas. A 500 metros de altura, la fortaleza parece el diseño de un laberinto. Dios debió de ver así las matanzas desde el comienzo de los tiempos. Dios o un águila de dos cabezas -el símbolo de la bandera montenegrina- que remonta el vuelo hacia poniente, hacia donde dicen que está Europa, la salida de la boca, el futuro y el mar.

GUÍA PRÁCTICA

Datos básicos- El recién nacido Estadode Montenegro tiene alrededorde 670.000 habitantes. Su capitales Podgorica.Cómo llegar- La agencia Touristforum (www.touristforum.net; 902 02 12 10) oferta viajes de una semanaen la costa de Montenegro a partirde 698 euros, más gastos degestión y tasas. La propuesta incluye vuelo de ida y vuelta a Dubrovnik (Croacia), coche con kilometraje ilimitado y estancia en hotelesde tres y cuatro estrellas.Información- www.visit-montenegro.com.- www.torusimmontenegro.com.

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