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Entrevista:Rafael Nadal | Campeón de Roland Garros 2005

"Federer es mucho más completo y elegante que yo"

Cuando Rafael Nadal (Manacor, 3 de junio de 1986) explotó, en 2005, todo el mundo tuvo conciencia de que sería una estrella del firmamento tenístico. Ganó 11 títulos, entre ellos el de Roland Garros, y se situó como número dos mundial, tras el suizo Roger Federer, al que lleva ganando cuatro veces sucesivas, la última en Roma, donde salvó dos pelotas de partido. En París, donde ayer estableció en 54 el récord de triunfos consecutivos sobre tierra batida al imponerse al sueco Robin Soderling por 6-2, 7-5 y 6-1 -estaba igualado a 53 con el argentino Guillermo Vilas-, se espera de nuevo su duelo en la final. Pero a Nadal sus éxitos no le hacen perder de vista la realidad.

Pregunta. ¿Cómo consigue estar arriba y seguir tocando con los pies en el suelo?

"Si estoy mal, hay mucha gente a mi alrededor sin confianza para decírmelo. Mis padres sí lo hacen. Se lo agradezco"
"Mi única posibilidad [ante el suizo] es desesperarlo, que se dé cuenta de que deberá ganarme el punto varias veces"
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Respuesta. Nunca he estado flotando. Si he ganado como si he perdido, mi discurso ha sido el mismo: trabajar cada día para que las cosas no se tuerzan. Es la única forma de lograrlo.

P. El año pasado ganó 11 torneos. Vuelve a estar en el camino.

R. No, no... Estoy en un camino muy bueno, pero no en el de ganar 11 torneos. No puedo quejarme. Nunca me habría imaginado que, a estas alturas, llevara ya cuatro títulos en los siete que he disputado y sólo hubiera perdido en la primera ronda una vez. Me parece increíble.

P. Es más difícil mantenerse que llegar. ¿Es su caso?

R. Todo es complicado, difícil. Cuando uno es el número dos, hay que trabajar mucho para defender los puntos y se juega con mucha presión. En cambio, cuando estás ascendiendo, todo parece venir de cara. No piensas tanto. Si eres joven, no te atenazan los nervios ni nada. Cuando estás arriba, vas de cabeza de serie. Si sabes utilizarlo

[el no enfrentarse al principio a los mejores], es difícil irse muy atrás.

P. ¿Nota ascendencia respecto a sus rivales? ¿Los intimida incluso antes de entrar en la pista?

R. Siempre voy con la intención de dar el ciento por ciento. Ellos lo saben y eso me ayuda. Me ven tan determinado que se desesperan.

P. ¿Influyó eso en Roma contra Federer? Estuvo 5-3 abajo en la quinta manga y seguía luchando.

R. Hice lo que siempre hago: luchar hasta el final. Cuando ves que delante tienes a alguien que no se rinde aunque le domines, dudas. Federer lo tuvo muy bien para ganarme. Y yo tuve la suerte de evitarlo.

P. ¿Pensó entonces en el récord de 53 victorias seguidas de Vilas que iba a igualar?

R. Sí. No era muy importante para mí, pero lo fui valorando según me acercaba a él. Cuesta lograrlo. Y, además, contra el número uno y en un masters series. No es sencillo ganar un masters series. Juan Carlos Ferrero, que fue número uno, lleva cuatro; Carlos Moyà, tres; Lleyton Hewitt, dos; Federer, el mejor de la historia, 11.

P. ¿Le gustan las estadísticas?

R. Sí. Me rijo por su lógica. Soy consciente de lo que supone ganar tantos partidos seguidos y me sorprende haberlo logrado. Siempre puedes tener un mal día. Miré mis resultados y verdaderamente sólo sufrí mucho en dos o tres. Eso significa que mantuve un gran nivel de concentración. Cuando surgieron los problemas, tuve suerte, pero también fui fuerte mentalmente.

P. ¿Piensa renovar el título parisiense?

R. Uno siempre tiene la ilusión. Pero las probabilidades de ganar son más pequeñas de lo que uno piensa. Haber ganado en Montecarlo, Barcelona y Roma me ayuda porque puedo afrontar Roland Garros con más tranquilidad, sabiendo que he sumado ya muchos puntos. Si lograra hacer un buen torneo, no digo ya ganar, debería pasar alguna catástrofe en la segunda parte del año para no acabarlo al menos entre los cuatro primeros.

P. ¿Visualiza ya la final contra Federer?

R. No. Casi nunca pienso en las finales hasta que lleguen. Sólo me preocupa mi próximo adversario. Pero hay demasiadas cosas incontrolables. Me haría ilusión jugar otra final contra Federer u otro. Pero es pronto para pensar en ello.

P. Todo indica que la pugna Nadal-Federer va a marcar una época. ¿Qué sensaciones le produce?

R. Cuando me enfrento a él, siempre tengo la sensación de que es mejor que yo. Juega más agresivo, tiene más facilidad en la volea, saca mejor, tiene más recursos para atacar... Tengo que jugar al límite y aguantar de cabeza. Mi única posibilidad es desesperarlo, que se dé cuenta de que deberá ganarme el punto varias veces, que deberá hacer algo más que ante otro, e intentar colocarlo en una situación más límite de aquéllas a las que está acostumbrado. Y, entonces, ya puede ocurrir cualquier cosa. Hasta ahora he tenido la suerte de estar mejor que él o de que él ha fallado llegado ese punto.

P. ¿Se está convirtiendo en la maldición de Federer?

R. No. Es un gran jugador en la pista y una persona excelente fuera de ella. Tengo buena relación con él, aunque para mí es más fácil porque le estoy ganando. Pero es humano. Le hemos visto tirar la raqueta, enfadarse cuando va a perder: contra Nalbandián; contra Almagro; contra mí, en Montecarlo, cuando tiró una bola al mar. Tiene carácter. Pero es el número uno. Lo lógico es que me gane.

P. ¿Qué le diferencia de él?

R. Es más completo y elegante que yo. Tiene todos los golpes. Pero también es mayor [8 de agosto de 1981] que yo. La cuestión es intentar copiarle. Cuando uno lo hace tan bien, hay que cogerle de referente y mejorar. También es más frío y expresa poco sus emociones, sobre todo cuando gana. Quizás por eso es tan bueno. Pero a mí me gusta jugar con un poco más de sangre, mostrar más mis sentimientos.

P. Parece preparado para ganar el Open de Australia e incluso el de Estados Unidos. ¿Y Wimbledon?

R. Me doy tres años para intentarlo. Para jugar bien allí hay que tener buenas sensaciones con la pista, entender el tenis sobre hierba. En la tierra hay que tener un estilo de juego muy definido. En ella, no. Debes aprender a moverte mejor, a correr mejor, a sacar mejor, a ir hacia adelante o hacia atrás..., acostumbrarte a las bolas deslizantes. Entiendo la tierra y el cemento. Me falta la hierba. Pero, cuando me retire, quiero tener la conciencia tranquila y saber que he hecho todo lo posible para jugar bien allí. Es un torneo especial y me ilusiona disputarlo cada año.

P. Comentó en el Trofeo Godó que agradece a sus padres que le recriminen las cosas que hace mal.

R. Cuando hago las cosas bien, ya lo sé. Cuando las hago mal, hay mucha gente a mi alrededor que no tiene confianza suficiente para decírmelo. No tienen la valentía de decirme: "¡Eh!, ¿adónde vas?". No se dan cuenta de que eres una persona como las demás. En cambio, a mis padres les da lo mismo que sea el segundo, el tercero o el 200º. Me tratan igual. Y se lo agradezco.

P. ¿Y no se enoja con ellos?

R. Evidentemente, como cualquier nin de 19 años. Cuando me dicen las cosas muchas veces, me cruzo. Soy orgulloso y me sale un pronto muy fuerte. Pero acabo viendo que el equivocado soy yo.

P. ¿Es cierto que nunca ha tirado una raqueta contra el suelo?

R. Nunca lo he hecho. He tenido la tentación varias veces, pero siempre me he controlado a tiempo. Desde pequeño, mi tío me ha educado así. No creo que cambie.

P. ¿Cómo se controla?

R. Muy pocas veces me enfado. Contra Federer, tras perder 7-6 en el primer set, llegué al tiebreak del segundo y se colocó 2-1. Entonces fallé una volea fácil en la red. Allí sí que estuve a punto de tirar la raqueta. Es lo que tenía más a mano. Pero me dije: "Aguanta". Si de pequeño la hubiera tirado, mi tío me habría sacado de la pista.

P. ¿Ha discutido con él?

R. Muchas veces. En mi etapa de formación era muy duro. Cuando iba al entrenamiento, me sentía casi acojonado. Ponía mucha intensidad en la preparación, me reñía mucho, estaba siempre encima de mí... Supongo que todo eso me ha ayudado a ser como soy y a tener tanto autocontrol.

P. ¿Por qué decidió hacerle jugar con la mano izquierda cuando tenía ocho o nueve años?

R. No quedaba otro remedio. Estaba jugando a dos manos tanto el drive como el revés, cambiando incluso de mano para un golpe y el otro. Decidió que había llegado el momento de jugar a una sola mano. Eligió la zurda porque yo jugaba al fútbol con la pierna izquierda. Lo acepté porque también a mi me pareció lo más acertado. Me sentí cómodo.

P. Cuando su tío le dice que sólo es el mejor pasando bolas sobre una red, ¿qué piensa?

R. Es una persona muy especial, que piensa mucho y que, si le escuchas, dice cosas que no son las habituales. Hay que hacerle caso.

P. ¿Se siente un poco privilegiado?

R. Me ha costado llegar donde estoy ahora. De pequeño, mis amigos iban a jugar tras el colegio y yo a entrenarme. Pero siempre me ha gustado el deporte: el fútbol, el tenis, el golf, el pádel... Eso me lo ponía más fácil. Sí, me siento un privilegiado por poder hacer lo que me gusta.

P. ¿Sus aspiraciones son tener un gran coche, una gran mansión?

R. Nada de eso. Vivo con mis padres, muy tranquilo. Tengo un KIA que me regaló la casa porque me patrocina. Y un Mercedes que gané en Stuttgart y que aún está allí. Mi ilusión es ser feliz. Tener un barco pequeño para poder ir a pescar y... poco más. Ni tener el mejor móvil, ni el mejor ordenador, ni nada de todo eso. No me hacen falta.

P. ¿Su aspiración es llegar a ser el número uno?

R. Mi primer objetivo es mejorar y sentirme feliz. Ahora mismo tengo pocas posibilidades de ser el número uno porque me ha tocado competir contra el mejor jugador de la historia. En cualquier otra época lo sería ya por la puntuación que tengo. Y eso me deja muy tranquilo. Pero es cierto que algún día me gustaría ser el número uno.

Rafael Nadal.
Rafael Nadal.REUTERS

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