Hatillo de luces

Nacida en Taegu, Corea, en 1957, y, en la actualidad, residente en Nueva York, Kimsooja ha llevado a cabo una de las más sutiles y hermosas intervenciones en el Palacio de Cristal de entre las que yo he visitado en este lugar tan especial. No sólo ha potenciado su luminosa transparencia, sino que ha convertido su refracción versicolor en un hermoso manto de intimidad. La forma con que ha conseguido el efecto buscado no ha podido ser más etérea: ha recubierto toda la estructura acristalada de una película de difracción traslúcida, que, con el efecto solar, reproduce el arco iris, y ha dispuesto en el suelo una delgada lámina plateada que actúa como espejo, por donde puede evolucionar el visitante. A esta luminosa lluvia de colores, visible desde el exterior y el interior del palacio, le ha dado por dentro el aliento sonoro de su respiración como música ambiental. Lo uno te proyecta hacia el misterio de la luz cósmica, lo otro te encierra en tu propia intimidad, o, si se quiere, ambas experiencias te atraviesan en un mismo fluido, cual si, de repente, físicamente comprendieses que la oscuridad es otra luz: la luz de la oscuridad o la oscuridad de la luz. Es una experiencia difícil de olvidar la que ha generado esta notable artista oriental con su instalación realizada expresamente para el lugar con su, nunca mejor dicho, hatillo de colores y con la cadencia de su respiración.