Los dardos del vicealcalde y la paciencia del presidente
"Llevo muchos años en política, y debo decir que nunca había asistido a una reunión de estas características". Con ironía gallega y evidente perplejidad, Mariano Rajoy, presidente del PP, subió al estrado ya cerca de la una de la tarde. Había escuchado hasta entonces tres largos discursos -el del alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón; el de su vicealcalde, Manuel Cobo, y el de la presidenta regional, Esperanza Aguirre- y, sobre todo, había asistido sin mover un músculo a la emisión de un vídeo sobre la M-30 que parecía inacabable y en el que se explicaban con lujo de detalles las características técnicas de cada tramo de la obra.
Fue un placer para los numerosos técnicos de Urbanismo que se apretujaban bajo la carpa, pero un ejercicio de auténtica paciencia para Rajoy. El suyo fue el último dardo de la mañana, y también el más inocente. Cargados de diplomático veneno habían llegado a sus destinatarios los que lanzara una hora antes el vicealcalde.
"Querido Mariano, bienvenido. Hace mes y medio que nos dijo el alcalde que iba a invitarte a este acto...", comenzó Cobo, quizá para acallar los comentarios de quienes habían querido ver en ese acto una búsqueda precipitada de apoyos tras la proclamación de Aguirre como candidata en 2007 por parte de la Comisión Electoral Regional del PP.
El presidente de esa comisión, Ignacio González, se resistió el pasado martes a confirmar también la candidatura de Ruiz-Gallardón (los aspirantes a alcalde no se eligen oficialmente hasta septiembre). Se limitó a decir que Gallardón tenía "muchas papeletas" y, además, lanzó un aviso: "Cuando un candidato se presenta, lo hace con el compromiso firme de llevar adelante la legislatura".
Doce más uno
Ayer, Cobo respondió a esa advertencia entre líneas devolviendo el bumerán. Al dar la bienvenida a Aguirre, recordó que ella fue concejal durante 13 años, y lo explicó: "Doce más uno. Porque estuvo tres legislaturas completas y luego, cuando llevaba un año de la cuarta legislatura, se marchó para ser ministra en el Gobierno de José María Aznar".
La presidenta regional no se dio por aludida. Cuando le tocó hablar, regresó ella también al "26 de mayo de 1983". "Ese día, dos pipiolos entramos por primera vez al Patio de Cristales del Ayuntamiento", relató, refiriéndose a Ruiz-Gallardón y a sí misma. "Entonces, el PSOE tenía una mayoría sobrada, y a nosotros, Madrid nos parecía inexpugnable. No podíamos ni soñar que más tarde conseguiríamos cuatro mayorías absolutas", continuó. Después dio la receta para conservarlas, y ahí sí lanzó su propio dardo, sin identificar la diana: "Las mayorías nos las dan por ser como somos. Madrid necesita un PP sin complejos".
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